Imbuido en un deseo de agradar a Miguel Arias Cañete, candidato al Parlamento Europeo, el presidente del PP de Ávila, Antolín Sanz, no ha escatimado en calificativos y lo ha definido como “el mejor ministro de Agricultura de la democracia”. Es su opinión, respetable, pero la opinión de alguien que de agricultura no tiene ni idea, y que ni conoce ni comparte los problemas de los hombres y mujeres del campo. Supongo que en su loable afán de ayudar a Arias Cañete no tuvo intención de quitar méritos a Lamo de Espinosa, ministro con Suárez, ni a Jesús Posada, que aprobó el Plan Nacional de Regadíos, ni a un Solbes, que lo hizo mejor en Agricultura que en Economía, ni por supuesto a una Loyola de Palacio apreciada por los agricultores e insignia de oro de ASAJA a título póstumo, y cuya muerte lloramos también quienes estamos fuera de las siglas del Partido Popular.
Dicho esto, no es la rimbombante definición que sobre Arias Cañete ha hecho Antolín Sanz la que me preocupa o molesta. Tengo incluso olvidada la afrenta a Castilla y León sobre la norma del Ibérico, y olvidada, porque espero que la nueva ministra lo arregle, la deuda económica de Agricultura para con decenas de miles de agricultores y ganaderos de Castilla y León. Lo que me ha dolido, y por lo que me siento ofendido, son sus declaraciones chulescas de que “el PP es el mejor sindicato agrario”. Porque para defender a su partido político, en el que militan o simpatizan muchos agricultores de Ávila socios de organizaciones agrarias, y por supuesto socios de ASAJA, no es necesario hacer de menos a unos sindicatos agrarios que sabemos cuál es nuestro papel, respetamos al PP como al resto de fuerzas políticas, y tenemos claro el marco de interlocución en el que nos movemos.
Se equivoca Antolín Sanz si pretende que los agricultores de Ávila se posicionen a favor de su formación o del sindicato agrario. La mayoría le dirá que cada cosa es para lo que es, que en el partido político defienden ideas políticas desde una militancia más o menos activa, y que en el sindicato agrario defienden su profesión y por lo tanto el pan de sus familias. Unos sindicatos agrarios que los dirigentes de ASAJA no los entendemos sin la debida independencia del poder político, sin una independencia económica en el funcionamiento, y sin unos dirigentes profesionales de la agricultura y comprometidos con el cargo. Las declaraciones del dirigente del PP son ofensivas para quienes cada día estamos reivindicando mejoras en las condiciones económicas y sociales de los hombres y mujeres del campo, y son ofensivas para más de dos centenares de empleados de las organizaciones agrarias de Castilla y León que cada día atienden a nuestros agricultores dándoles los servicios que han dejado de prestarles las administraciones públicas. Y que no se los da el Partido Popular.