EFE.- Por Miren Gutierrez*.- Haz un ejercicio de imaginación. Estamos en el año 2030. El trigo ha desaparecido de África; cientos de millones de personas en España y el sur de Europa, Centro y Suramérica, África y Oriente Próximo tienen problemas para acceder a agua potable; países enteros han desaparecido sepultados por las aguas del Pacífico. ¿Te parece un escenario apocalíptico? Pues esto es lo que contemplan los últimos estudios del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (conocido por sus siglas en inglés IPCC) y otras respetadas organizaciones en el campo del estudio del cambio climático. Y cada vez cuesta menos imaginarlo. Basta ver lo que ocurrió el año pasado cuando una ola de frío polar asoló el sur de Estados Unidos y un devastador tifón arrasó Filipinas, o la lluvia que está anegando estos días Gran Bretaña y las personas que saltan la verja en Melilla. El cambio climático tiene el potencial de impedir más avances en el desarrollo y la lucha con la pobreza, incluso de revertirlos, a través de sus impactos en las cosas que más importan a la gente: la salud, la educación o un trabajo digno. La enormidad de este problema no se ha traducido en políticas concretas. Es decir, lo que sabemos que va a pasar como resultado de un clima que cambia no se ha traducido en medidas concretas para evitarlo o adaptarse a ello. En Naciones Unidas, las actuales negociaciones para establecer unos nuevos objetivos de desarrollo que sucedan a los Objetivos del Milenio en 2015 así como un nuevo compromiso para el clima que sustituya al Protocolo de Kioto, también en 2015, se dan en paralelo, como si ambos asuntos tuvieran poca relación. Y sin embargo, la ciencia nos indica que, para esa fecha, tiene que estar en marcha un recorte radical de emisiones de CO2 y una la financiación de medidas que ayuden a los países más pobres –y menos responsables de causar el cambio climático— a reducir sus emisiones y adaptarse a los cambios irreversibles. El objetivo es no superar los 2°C de incremento y permitir reducir, o eliminar, el nivel de vulnerabilidad de muchas personas. Por eso, los acuerdos internacionales para el clima y para el desarrollo deberían realizarse de forma coordinada. No es suficiente con declarar que los objetivos de desarrollo son “sostenibles” y compatibles con el clima. Existen varias fórmulas en las que el cambio climático se puede integrar en dichos objetivos. Estas son algunas de las conclusiones de un informe que acaba de publicar el Overseas Development Institute (ODI) –el mayor centro de investigación para asuntos de desarrollo de Gran Bretaña—, firmado por Will McFarland, Lano Fonua y la que te escribe. En él, revisamos más de cien publicaciones científicas para determinar qué dice la ciencia de cómo golpeará el cambio climático en la seguridad alimentaria y agricultura; el acceso a la energía, agua e higiene; la salud; la reducción de la pobreza; la educación; la igualdad de género; la seguridad; y los trabajos sostenibles. Otra cosa que hemos descubierto es que, cuanto más indirecto es el impacto del cambio climático en una de estas determinadas áreas del desarrollo, menos datos concretos existen. No quiere decir que el cambio climático no impactará en, por ejemplo, la igualdad de género o la seguridad de las personas. Simplemente significa que, debido a que los impactos serán colaterales, es difícil de establecer una confirmación científica. Por ejemplo, la igualdad de género se verá impactada a través de áreas como la salud, la seguridad alimentaria y el acceso al agua, a su vez golpeadas por el cambio climático. Sabemos que, en 38 de los 48 países 48 países examinados por Naciones Unidas en un informe de 2010, las mujeres (de más de quince años) son las responsables de buscar y recoger agua potable. Cuanto más difícil sea esto por falta de agua, más lejos tendrán que caminar, peor será su salud, menos tiempo tendrán para formarse. Una seguridad alimentaria debilitada por el cambio climático a través de su efecto en el acceso al agua, otro ejemplo, hará que caigan los ingresos de las familias, que, a su vez, provocarán más inseguridad alimentaria. Pero hasta ahora nadie ha medido estos asuntos de forma exhaustiva, completa y a futuro. En 2015, el mundo tiene una oportunidad de hacerlo bien. Aunque sólo sea por el enorme riesgo que implicaría seguir como hasta ahora, se debe poner el cambio climático en medio de los esfuerzos por acabar con la pobreza, por complicado que esto sea. Las negociaciones empiezan ya. Ahora puedes volver a tu realidad. ¿Ves cómo también se verá afectada?

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