Entre los nuevos sectores en los que la Fundación pretende entrar si se logran las ayudas europeas, Barcala cita el de los cereales. Según explica, existe una demanda interesante de variedades autóctonas de centeno, trigo o maíz. De hecho, el colectivo ha tenido ya contactos con la asociación de panaderos de Galicia, interesada en la compra de harina ecológica fabricada a partir de cereales de variedades autóctonas, según detalla Rocío García en www.lavozdegalicia.es.
Otro de los nuevos mercados que interesan es el de la leche y la carne. Se pretende apostar por razas autóctonas adaptadas al clima. Para la producción de leche tendría que tratarse de ganado estabulado, pero para la carne podría trabajarse la ganadería extensiva, que contribuiría al cuidado de los montes y la prevención de incendios.
La otra pretensión de la Fundación es lo que el colectivo denomina Objetivo 1.000. La meta es alcanzar las mil hectáreas en los cultivos en los que ya se ha empezado a trabajar: castaño, manzana, olivo y huerta.
Un millón de euros para un proyecto que se ha consolidado
El proyecto Cernes supuso la inversión de más de un millón de euros en el período 2007-2013 entre Galicia y Portugal. En Galicia, la gran mayoría de los beneficios recayeron en A Estrada. Según explica Manuel Barcala, en torno a un centenar de agricultores se acogieron al programa, agotando los cupos máximos de superficie subvencionados, salvo en el caso de la producción hortícola. Se plantaron entre 10 y 20 hectáreas de castaño, entre 20 y 30 de olivos, de 30 a 40 de manzana de sidra y manzana de mesa y alrededor de 5 hectáreas de huerta. En este último caso, a principios de año se replanificará la producción para producir bajo demanda, según las necesidades del mercado. En todos los casos, el agricultor tiene la compra de la cosecha asegurada a un precio negociado previamente.
En el plan Cernes también se experimenta con la producción de miel. Se instalaron medio millar de colmenas, también con la compra de la producción garantizada.
(Foto: Archivo)