COAG Andalucía hace balance de la campaña de garbanzo, que ha sido buena en esta comunidad autónoma. Este año en marzo se sembraron unas 1.300 hectáreas más en la comunidad, y se han obtenido producciones de entre 1800 y 2000 kilos por hectárea, aunque algunas parcelas han superado ese rendimiento. Según explica Ramón García, responsable de herbáceos de COAG Andalucía, “nuestra región tiene zonas arcillosas donde se dan muy buenas producciones, con un garbanzo de gran calidad, muy tierno, debido al pH de la tierra, y con la piel fina, en función de la variedad”.
En esta comunidad se siembran principalmente dos tipos de garbanzo, el blanco (lechoso) y el Vulcano, más pequeño y redondo. Este año se ha incrementado la superficie de esta última variedad, el garbanzo Vulcano o Pedrosillano, que está muy orientado al mercado árabe para su consumo en forma de humus.
Según explica Ramón García, “la campaña ha sido buena, a pesar de los golpes de calor y la sequía, porque al garbanzo le afectaron menos que a otros cultivos, y la lluvia de mayo le vino bien. Como dice el dicho, “el garbanzo quiere agua al nacer y al cocer”.
Los precios son buenos, sobre todo debido a que están bajando las importaciones del garbanzo mexicano (que se está derivando a los países árabes) y también a que la sequía del norte de España ha reducido la producción nacional. En el sector comienzan a hacerse contratos con precios cerrados desde la siembra, lo cual contribuye a dar estabilidad, tanto en origen como en destino.
El garbanzo es un cultivo fijador de nitrógeno, motivo por el cual cuenta con una ayuda comunitaria (greening o pago verde).
Los garabnzos, como las bicicletas, también son para el verano
El garbanzo, como el resto de leguminosas de grano, se caracteriza por su elevado contenido en proteína, lo que las convierte en una de las principales fuentes de aminoácidos para la alimentación humana, y también animal. Son un alimento imprescindible en la dieta mediterránea. Sin embargo, según la Fundación Española de Nutrición (FEN) el consumo de legumbres ha descendido casi un 75% desde los años sesenta.
Según el Panel de Consumo Alimentario (PCA), el consumo por grupos de edad de las legumbres por persona y día es de 12,2 gramos en los niños; 12,1 en los adolescentes y 13,4 en los adultos. A medida que aumenta la edad, el consumo es mayor, alcanzando los 15,2 gramos en el caso de las personas mayores (Estudio Anibes realizado por la FEN en 2017). Las cifras son preocupantes si se comparan con las de los años sesenta, cuando se consumían hasta 41 gramos de legumbres por persona y día. Este descenso tiene consecuencias en la salud, ya que las legumbres tienen un importante contenido de proteínas, de fibra, de magnesio, potasio, fósforo y hierro, además de aportar vitamina B1 y ser bajas en sodio y azúcares, entre otros beneficios.
Por eso, es importante recordar que comer legumbres no debe ser algo estacional, más vinculado a los meses de invierno, sino que su consumo debe darse durante todo el año. Son saludables y baratas y existen multitud de recetas y posibilidades para su preparación en frío.