Desde hace un tiempo España en un país en venta, casi del mismo modo que hasta hace bien poco España se dedicaba a comprar otros ‘países’. Son las cosas de esa economía global de que todos hablamos, pero de la que casi nadie entiende realmente, entre otras cuestiones porque si realmente se entendiera habría soluciones y no esta crisis que no azota. Lo que sí está claro es que cuando flojea, y este país lo lleva haciendo de demasiado tiempo, siempre debe venir alguien de fuera a hacer negocios. Y si en los años 60 este aterrizaje se plasmó como pocas veces se ha hecho  en la película de Berlanga ‘Bienvenido Mister Marshall’, ahora todo parece indicar que nos espera una futura comedia con tintes chinos y mexicanos a partes iguales.

    Y no me refiero sólo a Campofrío, un ejemplo de cómo una gran industria española, de esas que eran (y me imagino que siguen ’siendo’) parte de  la Marca España, ha pasado en cuestión de unos meses a ser propiedad de medio mundo menos española, aunque mantenga al consejero delegado, sino a todas esas delegaciones de inversores chinos, pero también de otros países, que recorren nuestra geografía en busca de gangas, incluyendo peligrosamente el sector de la agroalimentación. Y digo peligrosamente porque cuando llegaron las multinacionales, por ejemplo a las bodegas del Marco de Jerez, sus vinos y sus brandys pasaron de ser una enseña no de una región, sino casi de España, a tener una pequeña muestra que ‘enseñar’ a los turistas sobre lo que pudo ser y ya no es.

    El negocio es el negocio y ahora todos se abren de brazos, por no decir una ordinariez, a todo aquel que venga con dinero para liquidar los negocios que son una ruina, aunque nadie se pare a pensar a medio o largo plazo, porque antes que temprano volveremos a ver cómo las decisiones no se toman aquí, sino en un despacho lejano. Tan lejano que no les importará las consecuencias que puedan provocar a la vuelta de nuestra esquina. Y cuando el aceite que se venda en el mundo sea chino, de nada servirá quejarnos. Ni de la leche, ni si el jamón que se le pone al bocadillo al hijo recoge o no a la Norma del Ibérico, quizás porque será de todo menos ibérico.

    No seré yo quien le diga a nadie que no venda lo que quiera vender, porque los consejos son fáciles de dar cuando nada se tiene para vender, pero sí deberían mirar con más atención muchas autoridades públicas las facilidades que se están dando ahora a la llegada de ese dinero fácil, barato y extranjero, porque puede ser beneficioso a corto plazo, pero quizás no tanto si mira con vistas al futuro y porque, como en la película, al final nada es como parece que iba a ser, sino mucho peor.

    Aunque de  una cosa sí tengo clara en esta nueva versión del Bienvenido Mister Marshall, que lleva camino de llamarse ‘Bienvenido Mister Chen’, al único personaje que veo calcado es al alcalde de Villar del Río, representado no por Pepe Isbert, sino por Mariano Rajoy, eso sí a través de un plasma, asegurando  que “como presidente vuestro que soy os debo una explicación, y os la voy a dar”, y así una y otra vez sin dar ninguna.

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