Ramón Espinosa Sáez / Secretario Técnico ASAJA Alicante
En los últimos tiempos estamos contemplando en nuestra realidad cotidiana una decadencia alarmante, un descenso continuado en términos de ética-política, ausencia de diálogo constructivo, individualismo corporativo y egolatría. Además, en el ámbito de la relación con la Administración, también estamos perdiendo valores como el compromiso, la cercanía, la involucración, apoyo al administrado, y una falta de voluntad creciente para sacar adelante y solucionar las principales debilidades que tenemos como sociedad, como trabajadores y empresarios. Todo ello, aderezado con una visión del mundo cada vez más vertical, cortoplacista, en la que solo hay dos opciones: o estás conmigo o contra mí, y donde solo cuenta la verdad del poderoso, el totalitarismo formal y, todo lo demás, son opiniones que importunan.
Mientras estos valores desaparecen lentamente, se silencian y se abandonan a propósito, toman el protagonismo en nuestros quehaceres diarios otras expresiones “solemnes” y muy recurrentes como protocolos, mercancías, estrategias, expertos, cambio climático, macro cumbres, inspecciones, sanciones…y la más repetida de todas y que sirve como parapeto a cualquier actuación unilateral: “es una obligación que viene de Bruselas”. Respecto a esta última, cada vez tengo más el convencimiento de que lo de Bruselas se utiliza como excusa y coartada de tipos mediocres para no atender los problemas reales de la gente, demorar condiciones hasta conseguir el preciado aburrimiento del de enfrente y justificar situaciones injustas por dañosas para los afectados. Todo vale porque lo dice Bruselas.
En el sector agrario de la provincia de Alicante podemos extraer dos claros ejemplos de esta realidad que acabo de describir: el problema del agua y la Xylella Fastidiosa. En el tema del agua, es de todos conocido la política de brazos caídos que se ha instaurado por el Gobierno Central. Como dice el profesor Don Antonio Gil Olcina: el problema que tenemos con el agua es que no se quiere abordar, no está en la agenda política como prioridad.
En efecto, desde ASAJA-Alicante lo hemos dicho por activa y por pasiva. No hay un problema de escasez, sino de falta de gestión y gobernanza del recurso hídrico. No hay un plan de infraestructuras equilibrado que atienda nuestro déficit estructural y los problemas de abastecimiento de España. No hay política de Estado en materia de Agua y es el Gobierno Central el responsable de garantizar la seguridad hídrica en todo el territorio y la certidumbre de disponer de agua de una forma sostenible y regular, al igual que ocurre con la energía, el gas y otros recursos naturales que se transportan de donde se producen a donde se consumen.
¿Cuál es la respuesta del Ejecutivo al problema del agua en la provincia? No hacer absolutamente nada. Titubear, aplazar, ponerse de perfil, en una misma respuesta te dicen una cosa y la contraria. En definitiva, la estrategia del silencio. Dejar pasar el tiempo, no perturbar, cansarnos hasta el hastío total. Si del problema no se habla el problema no existe.
Respecto a la crisis de la bacteria Xylella Fastidiosa en Alicante, la Administración autonómica ha dado un paso más. No sólo se pone de perfil ante los problemas, sino que se dedica a marcar como enemigos hostiles a los afectados por la destrucción de árboles, a quienes les apoyamos y, en definitiva, a todo aquel que tiene una opinión, propuesta, o alternativa diferente y contraria a la oficial. Desde ASAJA ni nos conformamos, ni nos resignamos a destruir 350 hectáreas de cultivo de almendro en secano en el norte de Alicante.
La Consellera de Agricultura todavía no ha tenido a bien visitar la zona afectada. Se dedica con su “política” a atropellar a la agricultura del norte de nuestra provincia, a propagar la desesperanza e intentar anular la capacidad de análisis de los afectados con opacidad e información sesgada sobre esta plaga; pero eso sí, desde Valencia, siempre desde Valencia. Se dice de Elena Cebrián que tiene un perfil técnico como algo positivo, y estamos de acuerdo, pero en esta realidad que nos ha tocado vivir a veces es recomendable ponerse en el lugar del otro, mirar a los ojos a la gente y escuchar a los agricultores. Le aseguro que se aprende mucho. Al margen de toda la formación técnica que debe tener un político, creo que es igual de necesaria la formación moral, el compromiso con el ciudadano, la implicación…
La política es algo mucho más grande que ocupar cargos y adormecer con quienes son dóciles y les resulta cómodo despachar. En ocasiones hacer política requiere de menos protocolos mecánicos y genéricos de Bruselas y más compromiso, acción, ética, cercanía y apoyo. Necesitamos políticos que nos miren a la cara con sinceridad, que bajen al barro con nosotros y que, de una vez por todas, destierren la política de sillón que tanto daño está haciendo a este y otros sectores de nuestro país.