En España, según afirma Asaja, esta postura es defendida por la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE), que incluso pide que se disminuya el grado alcohólico, de los 36 actuales a los 30, y que se permita la utilización de alcoholes agrícolas de cultivos distintos a la uva.
Desde Asaja han advertido de que estos cambios en la reglamentación europea tendría consecuencias "muy negativas" para el sector vinícola nacional, ya que, de los 40 millones de hectolitros de vino que se producen de media en España, entre 4 y 6 se destinan a la destilación para bebidas espirituosas como el brandy.
Según la organización, la reducción de estas cantidades podría provocar excedentes de vino en el mercado por lo que ha solicitado a Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que defienda en Bruselas las continuidad del reglamento que en la actualidad rige la elaboración del brandy, una postura que también apoya Italia.