EFE.- Entre esas medidas, Asaja pide exenciones fiscales y de seguridad social y créditos bonificados, así como préstamos a bajo interés para las explotaciones afectadas, ha informado en una nota.

La organización agraria insiste también en la necesidad de que se revisen los rendimientos y coberturas de los seguros agrarios que, tal y como están diseñados, «no cumplen su cometido de garantizar la renta de los agricultores que pierden su cosecha ni de los ganaderos que sufren sobrecostes en alimentación de los animales por la ausencia de pastos».

Las escasas precipitaciones durante los meses de abril y mayo, entre 30 y 50 litros por metro cuadrado, muy por debajo de la media (100 litros por metro cuadrado) y las variables temperaturas entre 35 y 8 grados, han hecho mella en el cultivo de cereales de invierno en la provincia de Granada, especialmente en la zona norte, donde «apenas han caído dos litros por metro cuadrado y las temperaturas han llegado a bajar hasta los 4 grados».

El 80 % de la producción en la zona norte se ha «malogrado sin remedio», según Asaja, que sostiene que se dejarán de recoger 40 millones de kilos de un total de 54 millones de kilos de media y en el resto de la provincia se dejará sin recoger 62,5 millones de kilos de un total de 125 millones de media, es decir, el 50 % de la producción.

Las pérdidas totales se estiman en 16,4 millones de euros, según Asaja, a quien preocupa especialmente la plaga de la roya amarilla.

La ganadería extensiva y semiextensiva sufre también los rigores de la sequía por la falta de pastos y la necesidad de mantener a los animales encerrados y alimentarlos con piensos, lo que hace aumentar los costes de producción de las explotaciones.

En Granada está afectada casi la totalidad de la cabaña de ovino-caprino: 79.000 cabezas (58.000 ovejas y 21.000 cabras) y 6.000 cabezas de vacuno.

Según Asaja, de mantenerse la situación de déficit hídrico las pérdidas podrían sumar casi los 80.000.000 de euros en este sector (75.000.000 en ovino-caprino y 4.500.000 en vacuno.)

En cuanto al olivar, dice Asaja que tienen agua de invierno pero los fuertes calores adelantaron la floración (lo normal es que se produzca a finales de mayo) y si el calor se mantiene podría ocasionar un problema de aborto floral con la consiguiente pérdida de cosecha.

«Si bajan las temperaturas bruscamente, como ahora sucede, también corre peligro», aseguran.

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