La campaña del arroz en las Marismas del Guadalquivir ha arrancado este lunes con la previsión de sembrar el cien por cien de la superficie, unas 36.500 hectáreas en la provincia de Sevilla, tras cuatro años, desde 2021, con restricciones en la siembra y de recortes por la sequía.

En declaraciones a Efeagro, el director gerente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Eduardo Vera, ha señalado que el último año en el que se sembró el cien por cien de la superficie en la provincia de Sevilla fue en 2020; en 2021 se redujo al 50%; en 2022 bajó al 30%: en 2023 no se sembró nada por la acuciante sequía y en 2024 llegó al 68% gracias al respiro de las lluvias de marzo del año pasado.

Sin embargo, este año los arroceros ven con optimismo la campaña ya que las lluvias del pasado año y de esta primavera les han permitido recuperar la totalidad del cultivo y, de hecho, este lunes ha comenzado el llenado de agua de las tablas, que supone el pistoletazo de salida a la campaña, en el que la producción en una campaña buena está en torno a 350.000 toneladas en la provincia de Sevilla.

Ese volumen se pueden incrementar hasta unas 370.000 toneladas, incluidas las 3.000 hectáreas de producción en la provincia de Cádiz, y suponen aproximadamente el 45% de la producción de arroz de España.

El arroz es un cultivo fundamental para varios municipios de la provincia de Sevilla (Isla Mayor, La Puebla del Río, Aznalcázar, Las Cabezas de San Juan, Coria del Río, Dos Hermanas, Lebrija, Los Palacios y Utrera).

UNA CAMPAÑA QUE GENERA 320.000 JORNALES

El presidente de los arroceros ha explicado que en esta campaña se prevé que se recuperen los 5.000 empleos indefinidos que se perdieron en 2023 cuando no se sembró nada y unos 320.000 jornales, así como unos 700 millones de facturación que genera este sector cada año, que suponen un 5,2% de la producción agrícola en Andalucía.

Asimismo, ha expuesto algunos desafíos a los que se enfrentan los arroceros como es la falta de mano de obra que se ha perdido por los efectos de los recortes por la sequía ya que los trabajadores se movieron a otras zonas, así como el incremento de los costes de producción como abonos, gasoil y semillas, entre otros, que han aumentado un treinta por ciento de 2020 a 2024 y que son «imposibles de asumir», ha lamentado.

Otro problema es la competencia desleal de Camboya y Myanmar que puede provocar una caída de los precios para los productores nacionales de arroz dado que la UE no tiene cláusulas de salvaguarda para controlar las importaciones masivas desde esos dos países con los que les resulta imposible competir en precios.

También derivado de la regulación de la UE los productores de arroz, según Eduardo Vera, se encuentran con dificultades para comprar los productos fitosanitarios ya que la estricta regulación europea ha provocado que muchas empresas comerciales no inviertan en estos productos.

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