"A la Costa del Sol están llegando huevos de Galicia o Extremadura, cuando nosotros tenemos las mejores condiciones climáticas para producirlos en un ambiente natural", ha expresado el marido de Damiana, Alberto Filgueira  a Europa Press, quien ha defendido que Andalucía ofrece unas "oportunidades excelentes de clima para desarrollar industria agroalimentaria e introducir alimentos de calidad".

   La gallina de puesta se divide en cuatro tipos –de crianza, en jaula, en suelo campero y ecológico– y lo que diferencia un tipo de explotación de otra es fundamentalmente el cuidado, la alimentación y la baja densidad de los animales, según ha explicado este empresario. En una nave industrial las gallinas están "apiñadas" de tal forma que mientras que en una granja ecológica hay 3.000 aves, en una de jaula habría 20.000 animales.

   Así, Filgueira ha destacado que en las explotaciones ecológicas además de haber una nave donde las gallinas comen, duermen y ponen huevos, hay "un parque donde pueden salir a pastorear", lo que ayuda a que las aves tengan más movilidad. "La falta de apiñamiento es una condición y una necesidad para la salud del animal, porque si se tienen que criar sin ningún tipo de medicamento y sin suplementos sintéticos, tienen que tener unas condiciones ambientales muy buenas para que produzcan y estén sanos", ha apuntado.

   De este modo, los huevos son recogidos de forma totalmente automatizada, evitando así cualquier acercamiento humano a la ponedora y el estrés que ello puede conllevar para el animal. Después, son puestos en el mercado tan solo uno o dos días después de la puesta.

   La alimentación, otra de las claves para una producción natural cien por cien, en la que no se utilizan productos transgénicos ni hormonas, únicamente pienso ecológico certificado. Además, tiene que existir una garantía de que la tierra en la que viven estos animales ha estado libre de fitosanitarios al menos desde hace tres años.

   El resultado es un producto de una calidad alimentaria "superior", que se refleja en el aspecto del huevo, el sabor y también en el precio más elevado, que se justifica, según ha explicado Folgueira, por "el coste de los piensos, la elevada inversión que es necesario hacer para pocos animales, y la dificultad de mantener a los animales con un porcentaje de puesta y de salud bueno, sin utilizar los recursos de la química".

El objetivo es tener una marca propia

   Por el momento la Granja de Dami pone en el mercado sus huevos a través de distribuidores que tienen sus propias marcas y que los colocan en grandes superficies. Pero, además, está iniciando la actividad con una marca propia a través de las tiendas de productos ecológicos, charcuterías, herbolarios, etcétera.

   Por otro lado, estos huevos cuentan con el sello del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE), que garantiza que el producto está sujeto a las normas de la producción ecológica y, por tanto, que está libre de productos químicos.

   Desde el punto de vista de este empresario, "es muy importante hacer una labor social para que el consumidor aprenda a distinguir el producto y sepa lo que está consumiendo". Así, ha subrayado que, según la normativa europea, en el huevo ecológico el primer número del código con el que se sella debe ser un cero.

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