EFE.- El estudio, publicado en la revista Nature, ha sido realizado por un equipo internacional de investigadores tras analizar las medidas de crecimiento de 673.046 árboles de 403 especies de todo el mundo (49 europeas, prácticamente todas ellas de España), y sus tasas de crecimiento de biomasa (o volumen).

Los resultados mostraron que para la mayoría de las especies, la tasa de crecimiento de biomasa crece constantemente con el tamaño del árbol, ha explicado a Efe el único investigador español del equipo, el coordinador del Grupo de Ecología y Restauración Forestal de la Universidad de Alcalá de Henares, Miguel Ángel de Zavala.

"Si hiciéramos una analogía con el hombre, sería como decir que los árboles siguen creciendo después de la adolescencia, o que, si el ser humano creciera al mismo ritmo toda la vida, podría pesar media tonelada en la madurez y más de una tonelada en su jubilación".

Los investigadores han visto además que el aumento continuo de la tasa de crecimiento tiene efectos "colaterales" en la conservación del medio ambiente y en la mitigación del cambio climático.

Porque, aunque ya se sabía que los árboles son buenos "capturadores" del CO2 responsable del efecto invernadero, los investigadores han demostrado la enorme importancia de su conservación, especialmente de los mayores ejemplares.

"Hemos observado que los árboles grandes pueden llegar a capturar en un sólo año la misma cantidad de carbono (CO2) que fija un árbol mediano en toda su vida", es decir, que "mientras están vivos, los árboles grandes y viejos juegan un papel clave en la dinámica del carbono del bosque", subraya.

Sin embargo, los árboles grandes y viejos están desapareciendo en todo el mundo, pero "aún más en España" porque en Europa y, "especialmente en nuestro país, siempre hemos tenido turnos de explotación muy cortos, que no dejan a los bosques envejecer".

Este trabajo, opina el investigador, es una muestra científica más de que una política forestal destinada a preservar los bosques y evitar la sobreexplotación es más rentable para todos.

Además, puntualiza Zavala, hay que tener en cuenta que los árboles jóvenes captan menos carbono pero también "son mucho más vulnerables a los efectos del cambio climático, como las sequías prolongadas".

"La sociedad española debe hacer una reflexión profunda sobre qué tipo de bosques quiere tener en el siglo XXI y cómo gestionarlos" para lograr "una salida a la crisis real, no basada únicamente en modelos financieros y especulativos, sino en el crecimiento sostenible de un país que atesora un territorio de grandísimo potencial", concluye.

En el estudio han participado investigadores de universidades, agencias de gobierno y organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Argentina, Colombia, Panamá, Camerún, Congo, China, Tailandia, Taiwán y Malasia.

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