Sin embargo, según señala AFMAR en un comunicado, de los casi 120.000 castellano-manchegos perceptores de ayudas directas de la PAC, sólo un 34,5% fueron mujeres. De las que apenas el 3% eran menores de 35 años, frente a casi el 40 por ciento que tenían 65 o más años de edad.
Unas cifras, que según AMFAR, evidencian la necesidad de apostar por la incorporación de las mujeres y los jóvenes al sector agrario, como medida para garantizar el rejuvenecimiento y por tanto, el futuro de la economía agraria en Castilla-La Mancha.
El perfil de la mujer rural en Castilla-La Mancha corresponde al de una mujer casada, madre de tres hijos, que ronda los 55 años y que en la mayoría de los casos declara tener trabajo, aunque no posea un empleo remunerado.
Castilla-La Mancha cuenta con 450.000 mujeres rurales. Casi en la mitad de los hogares rurales hay alguna explotación agraria, por lo que no es de extrañar, según la presidenta nacional de AMFAR, Lola Merino, que buena parte del tiempo que dedican las mujeres a trabajos extra domésticos, sean de carácter agrario.
De hecho, por cada hora trabajada y pagada, se trabajan dos no remuneradas, desempeñadas mayoritariamente por mujeres. “Las mujeres rurales realizan el 29% del trabajo remunerado y el 80% del no remunerado”, afirma Merino.
Afortunadamente, para contrarrestar esta situación, desde enero de 2012 disponemos de la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias. Una norma que viene a incentivar la incorporación de las mujeres al sector agrario ofreciendo bonificaciones en las cuotas a la Seguridad Social y reconociendo prestaciones y derechos propios a las mujeres.
Además, la nueva Política Agraria, señala la presidenta de AMFAR, “debe apostar por las mujeres como verdaderas agentes del desarrollo rural y de la diversificación económica del mundo rural con la finalidad de conseguir su independencia económica, generar empleo y fijar la población”.