Donaciano Dujo / Presidente de Asaja Castilla y León

En estos días de compras y comidas navideñas, más de uno dirá que no entiende que los agricultores y ganaderos sigan protestando, cuando lo que producen se vende a buen precio en los supermercados. Parece contradictorio que la cesta de la compra esté cara y no se traduzca en rentabilidad para el sector.

Es cierto que en ganadería de carne los precios están altos, pero a la vez hay una enorme incertidumbre entre los profesionales, principalmente del sector bovino, por la irrupción de nuevas cepas de enfermedades, que limitan enormemente los movimientos e incluso obligan a paralizar cebaderos.

También hay precios altos en ovino de carne —a ver qué pasa en adelante con los contratos de leche, estaremos vigilantes—, pero la realidad del sector es otra, con un número de granjas cada vez menor, no solo por la rentabilidad sino por la dureza de un trabajo para el que no se encuentran ni mano de obra ni jóvenes que quieran meterse para llevar las explotaciones.

Es decir, esos altos precios son más fruto de un obligado ajuste de la producción ganadera, y encima siempre pendientes de que no traigan animales de fuera, como pasa con los lechazos en estas fechas, o como podría pasar de dar vía libre a Mercosur, importaciones que acaban por hundir los precios. Alguien estará ganando dinero con esos precios que paga el consumidor, pero desde luego no es el agricultor ni el ganadero.

LEY FALLIDA

Y en agricultura, más de lo mismo. Ahí está el reciente ejemplo de la uva, malvendida en la mayor parte de las comarcas. La Ley de la Cadena Alimentaria hace aguas por todas partes. El ejemplo mayor en una tierra como es Castilla y León es el del cereal. Detrás de buena parte de las protestas que está viviendo nuestro sector, tanto en esta campaña como la anterior —y seguimos en la calle—, está el descontento y la asfixia económica de los agricultores cerealistas.

Estábamos acostumbrados a pelearnos con el tiempo, compaginando cosechas mediocres, pésimas y alguna buena. Pero en los últimos tiempos esa media interanual no sale. La combinación de costes de producción altos y precios internacionales del cereal bajos, prácticamente estancados desde hace muchos años, está resultando letal para nuestro sector.

El cereal es fundamental en Castilla y León, tanto así que su evolución marca la diferencia y eleva el crecimiento del PIB agrario y de la economía regional. El grano es esencial también para alimentar a nuestra gran cabaña ganadera, que ya precisa de recurrir a la importación para garantizar su alimentación. Un retroceso en la producción nacional de cereal, siendo España un país deficitario, sería catastrófico para la sostenibilidad tanto de la agricultura como de la ganadería.

REGLAS CLARAS Y LIMPIAS

No estamos en contra del comercio internacional, y de hecho también somos exportadores de alimentos, pero sí de que haya una reglas claras y limpias. Que no es lo que ocurre en este momento, cuando se está permitiendo que entren en la Unión Europea importaciones de países que no cumplen los mismos requisitos que se nos exigen a los agricultores y ganaderos europeos.

Ahora mismo, el grano ucranio está entrando en nuestros puertos a un precio mínimo, sin ningún tipo de arancel, lo que los intermediarios utilizan para hundir las cotizaciones, y ofrecer precios de vergüenza a nuestros agricultores. Y lo mismo, pero ampliado a otras producciones, como el vacuno de carne o el azúcar, muy sensibles para Castilla y León, podría pasar si el tratado de Mercosur se aplica en los términos actuales.

SOBERANÍA ESENCIAL

Todo lo que ocurre en el mundo acaba por golpear en el campo. Desde la guerra en Ucrania, el conflicto en Oriente próximo o la apuesta de Trump por gravar nuestras exportaciones con aranceles. El campo siempre es moneda de cambio, aunque nuestros dirigentes deberían recordar que hace bien poco sufrimos una pandemia que nos advirtió sobre los peligros de no defender nuestra soberanía alimentaria.

Cada vez más el agricultor entiende que las principales decisiones de la economía de su explotación se determinan muy arriba. Por eso, ASAJA está desplegando un gran esfuerzo para que se oiga nuestra voz en Bruselas, a través de la gran estructura que es el COPA. Aquí, a pie de tierra, seguiremos arañando cualquier mejora para los agricultores y ganaderos, bien en la negociación, siempre que sea posible, o saliendo a la calle, si no queda otra.

Y, como no puede ser de otra forma en estas fechas, quiero desear a todos, y en especial a los agricultores y ganaderos y a sus familias, una Feliz Navidad.

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