EFE.- Según el informe de la CE publicado esta semana, más del 70 % de las poblaciones de peces -como boquerones o sardinas- están sobreexplotadas en el Mediterráneo, lo que se elevaría al 90 % en las llamadas demersales (más cercanas al fondo).
En la misma línea, el director de la división de Economía y Políticas Pesqueras de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Lahsen Ababouch, ha afirmado, en una entrevista a Efeagro, que son necesarios planes «draconianos» para limitar la capacidad de la flota.
Por su parte, la organización ecologista Oceana ha reclamado medidas «contundentes con criterio científico para el mar más castigado de Europa».
Por el contrario, la situación de las existencias pesqueras en el Atlántico oriental ha mejorado, según la CE y la FAO.
Pero si se repasan las negociaciones y decisiones dentro de la UE, al menos en apariencia los caladeros atlánticos reciben mucha más atención que el que los romanos llamaban Mare Nostrum.
«El Mediterráneo es la ‘Cenicienta’ y el ‘Patito Feo’ en la gestión de la pesca», declaró el senador de CiU Josep Maldonado hace meses en un debate en la Cámara Alta, precisamente sobre un asunto que suena mucho en este sector, las cuotas, pero que en la práctica atañe más bien a los buques del Atlántico.
Al igual que en el cuento de Hans Christian Andersen el pato no era feo, sino diferente -una cría de cisne-, las aguas mediterráneas, concurridas también por el turismo, necesitan planes especiales y actuaciones para su recuperación.
Ababouch ha manifestado que estas medidas deberían coordinarse entre los Gobiernos de dentro y fuera de la UE, si bien ha admitido que España ha hecho más deberes que otros y que la «descentralización» autonómica ha sido positiva, porque ha contribuido a facilitar planes regionales de gestión.
Unos 2.760 barcos faenan en las cinco autonomías del Mediterráneo (Andalucía, Murcia, Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia), según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que sitúa en 9.871 navíos el total de la flota nacional.
En general, la UE aplica para sus aguas los Totales Admisibles de Capturas (TAC), pero estos cupos no afectan a las especies mediterráneas, a excepción del atún rojo, regulado por la Comisión Internacional para la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (Iccat).
Paradójicamente, el atún rojo no se puede ‘meter’ ahora en el mismo saco que las especies amenazadas; por el contrario, es un ejemplo de éxito, ya que las flotas y almadrabas han vivido este año una campaña histórica debido a su abundancia y a los resultados de un plan de recuperación estricto al que se sometieron durante años.
Entre las quejas más repetidas por pescadores y la patronal de armadores Cepesca, destaca una regulación específica de la UE sobre el Mediterráneo, con complicadas exigencias técnicas en el tamaño de las mallas y torzales (cuerdas).
Incluso si se analiza el corazón de la nueva Política Pesquera Común (PPC), hay otro aspecto criticado por España y organizaciones ecologistas que puede obstaculizar una batalla de años contra el comercio de «pezqueñines».
La PPC establece la eliminación de los descartes (capturas no deseadas de peces que después, muertos, son arrojados al mar) y para ello, los pescadores estarán obligados a desembarcar obligatoriamente todas sus capturas en puerto.
España y otros países del sur pidieron excepciones a las políticas de descarte.
La razón es que antes de la reforma, la descarga de peces por debajo de la talla mínima era motivo de infracción y con la nueva PPC se podrán desembarcar ejemplares de inmaduros y destinarlos a harinas de pescado, nunca a consumo, pero esto suscita temores sobre circuitos clandestinos de venta de juveniles.