Hasta hace unas semanas, los únicos interesados formalmente en la venta de Deoleo eran las firmas de capital riesgo CVC, Carlyle y PAI Partners, según recoge Carlos Hernández en www.elconfidencial.com. Sin embargo, la irrupción de FSI ha alterado la operación, hasta el punto de que desde algunos sectores del Gobierno se contempla la posibilidad de utilizar a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) para reemplazar a las entidades financieras vendedores, dos de las cuales (Bankia y BMN) a su vez tienen al Estado, a través del FROB, como accionistas de referencia. Una situación similar a la ocurrida en Indra hace medio año.

   Con una facturación de más de 800 millones de euros y una deuda de 600 millones, Deoleo representa una oportunidad de oro para tomar una posición de referencia en el mercado del aceite. Ese proceso de cambio accionarial, sin embargo, pone en peligro la españolidad de la compañía.

    Antes, ese sello estaba garantizado a través del núcleo duro formado por las cajas de ahorro, a las que se sumaron como socios industriales Ebro Foods (7%) y Hojiblanca (10%), aunque el desinterés del primero y la falta de recursos del segundo hacen sean también candidatos a vender sus participaciones.

   De momento, el interés por la operación es máximo. El mercado ha recibido con subidas bursátiles la cotización de Deoleo, ante la posibilidad de que existe una oferta global, ya que el banco de negocios JP Morgan, encargado del mandato de venta, ha confirmado la existencia de 500 millones de deuda para financiar la operación.

     Esta situación ha abortado el desplome en el precio de la aceitera provocado por la venta masiva de títulos por parte de Ebroo Foods, consciente de que las ofertas de los fondos de capital riesgo iban a ser inferiores al precio de cotización. La partida acaba de comenzar.

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