En distintos manifiestos los organizadores protestaron contra las millonarias subvenciones comunitarias destinadas al mantenimiento de latifundios sin respeto por el medio ambiente y en contra de unn tratado de libre comercio con EEUU que, a su juicio, sólo beneficiará a la producción agrícola y ganadera en masa y perjudicará al pequeño agricultor.
“La producción de pienso animal y combustibles vegetales ocupa grandes extensiones de tierra cultivable, que no se usan para alimentar a la población mundial. Por lo menos mil millones de personas padecen de hambre crónica”, afirma Barbara Unmüßig, directora de la Fundación Heinrich Böll, cercana al partido de Los Verdes. Junto con OXFAM Alemania y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la fundación organizó un simposio que discutió las consecuencias del modelo de producción agrícola industrial y el potencial de la producción ecológica, según se recoge en Deutsche Welle Español.
Critican la tecnologçia genética que destriye la diversidad
Los agricultores que denuncian que la agroindustria, dominada por multinacionales que impulsan tecnología genética en los campos de cultivo, destruyen la diversidad y provocan erosión de grandes extensiones de tierra. Según Unmüßig, cada año se pierden 24 millones de hectáreas de tierra cultivable debido al uso excesivo de fertilizantes, herbicidas y pesticidas.
Distintas organizaciones, como WWF, denuncian que la ganadería intensiva es responsable del abuso que sufren los animales para abastecer de carne barata el mercado. Afirman que la tendencia es una industrialización global de la agricultura, con consecuencias más graves para los países del sur, en donde los campesinos pierden sus tierras por la especulación.
Enmarcada también en la "Semana Verde", ministros de Agricultura de diversos países, entre ellos la española Isabel García Tejerina, mantendrán una reunión a puerta cerrada para analizar la reciente demanda de alimentos, materias primas y energía y las oportunidades y retos para el sector.
En el marco de la feria, el ministro alemán de Agricultura, Christian Schmidt, defendió el acuerdo con Estados Unidos porque, a su juicio, ofrece la posibilidad de convertir los estándares europeos de seguridad y calidad en normas globales.