La imagen del sector del porcino ibérico no pasa por sus mejores momentos. Si las preguntas de Ciudadanos en el Congreso han abierto muchos interrogantes sobre la pureza racial de estos animales, ahora ha sido la propia Asociación Española de Criadores de Cerdo Ibérico Aeceriber la que ha puesto en duda al propio sector, al asegurar que «no garantiza en ningún caso una pureza racial al 100%», según recoge Roberto R. Ballesteros en elconfidencial.com.
Según este portal, la propia Aeceriber recoge en su web un comunicado en el que asegura categóricamente que el hecho de que las hembras se encuentren inscritas en la sección aneja del denominado Libro Genealógico de la raza porcina ibérica —donde teóricamente tienen que estar las ‘patas negras’— «no garantiza en ningún caso una pureza racial al 100%» y que «las hembras incorporadas al registro auxiliar se consideran exclusivamente como animales de raza, en ningún caso hembras 100% ibéricas o hembras de raza pura, aquellas cuyos padres y abuelos estén inscritos o registrados en el mismo libro genealógico», según explica la nota, que asegura que el registro consta de dos secciones.
Según la asociación de criadores, el libro se divide en una sección aneja y en otra principal. La primera, añaden, «permite la incorporación de hembras con alguna genealogía desconocida o que no fueron registradas en su momento pero que cumplen el prototipo racial, mientras que la sección principal requiere el conocimiento de la genealogía de dos generaciones de ascendientes como mínimo». Esta última, señalan, «es el núcleo esencial de un libro genealógico».
El problema, según elconfindencial.com, radica en que tanto las inscritas en una sección como las registradas en la otra son posteriormente cruzadas con sementales de la norteamericana raza duroc y la cría obtenida se legaliza como ejemplar ibérico al 50%. Es decir, que tanto si nace de una madre de raza pura como si proviene de otra de genealogía desconocida y sin ninguna garantía de pureza racial mediante análisis del ADN, a esta cría se la considerará también de raza ibérica. El asunto reviste una tremenda gravedad si tenemos en cuenta que la mayor parte de las hembras reproductoras están inscritas precisamente en la mencionada sección aneja del Libro Genealógico de la Raza Ibérica, sin consignar parentesco directo. Esta circunstancia infringe además la prevalente Legislación Comunitaria, que obliga a mencionar los ascendientes de todos los reproductores registrados en los Libros Genealógicos de las razas ganaderas domésticas.
El 77% no son reconocidas como ibéricas puras pero se certifican como si lo fueran
En concreto, según datos del Ministerio de Agricultura, de las 400.259 hembras inscritas en el registro censal gestionado por Aeceriber a 31 de diciembre de 2015, último dato publicado, 306.852 están incorporadas a la citada sección auxiliar.
Dicho de otra manera, que el 77% no son reconocidas como ibéricas puras y, sin embargo, se certifican como si lo fueran y se cruzan con ejemplares de otras razas para alumbrar lechones que se comercializan como jamón 50% o 75% ibérico. La vigente normativa, sin embargo, indica claramente que el término ibérico debe limitarse exclusivamente a «productos procedentes de animales con al menos el 50% de su porcentaje genético correspondiente a la raza ibérica».
El reconocimiento por parte de la asociación de criadores de que no existe garantía de que la mayoría de las madres reproductoras sean 100% ibéricas se une al hecho, revelado por El Confidencial el pasado mayo, de que el protocolo de actuación para la calificación racial, revisado por Agricultura a finales de 2015 y realizado también por Aeceriber, fija la simple revisión visual como el método que por defecto deben utilizar los técnicos —todos designados por Aeceriber— para determinar que un animal es realmente puro.
La secretaria técnica de Aeceriber, Elena Diéguez, admite a El Confidencial que efectivamente las hembras inscritas en la sección aneja no están consideradas ‘a priori’ como de pura raza ibérica, pero añade que esto es así «como consecuencia de la norma» que lo permite. Reconoce también que todas estas madres «son susceptibles» de cruzarse con animales de otras razas para dar cerdos que luego se transformen en jamones y embutidos que se comercializan como 50% ibéricos y añade la coletilla de «tal y como contempla la norma».
Asegura además que en ningún caso estos ejemplares resultantes son sometidos a prueba de ADN alguna con el fin de comprobar su pureza. «No se hace nunca el estudio de genética molecular», subraya Diéguez, quien insiste en que «la norma no lo contempla (…), con lo cual no tenemos potestad para hacerlo para los animales que dan jamones».
La portavoz de Aeceriber asegura que únicamente se hacen estas pruebas para los ejemplares de la sección aneja que van a ser destinados a la reproducción. En esos casos, los técnicos de la asociación se desplazan hasta la paridera, asisten al parto, observan la morfología y hacen pruebas de genética molecular a un porcentaje de los animales, el que decida la directora del Libro Genealógico en función de las sospechas que detecte a ojo.
La polémica suscitada por toda esta amalgama de normativa que en definitiva permite dudar de que los jamones que se venden en las tiendas como 50% ibéricos realmente lo sean ha llegado también a las Cortes de la mano del diputado de Ciudadanos Toni Cantó, quien ha denunciado a través de una veintena de preguntas parlamentarias lo que denomina un posible fraude en la venta de productos ibéricos. «Estamos hablando de un producto marca España y ahora mismo no existen garantías de que lo que se vende como ibérico lo sea en realidad», aseguró Cantó en unas recientes declaraciones al diario ‘El Economista’ a raíz de este asunto.