EFE.- El coordinador del proyecto, el panameño José Casas, dijo a Efe que el «panorama» en ambas zonas «no pinta muy bien», producto de los cambios naturales que se registran, la contaminación y la pesca ilegal y excesiva, por lo que la idea es que se preste atención a lo que ocurre en una etapa en la que aún se puede recuperar el ecosistema.

El proyecto, denominado «Estudio y Monitoreo de las Comunidades Arrecifales y Especies Claves de Pesquería en el Parque Nacional Coiba y la Zona Especial de Manejo Marino Costero Integrado del Archipiélago de Las Perlas», cumplió una primera etapa de investigación en marzo pasado, y en agosto próximo se registrará el segundo y último monitoreo.

Casas precisó que el informe arrojó en su etapa preliminar que hay diferencias entre los ecosistemas de Coiba y las Perlas, principalmente por la condición de zona protegida de la primera, y de que en un tiempo fue utilizado como centro penitenciario, lo que impedía la visita de turistas y cualquier otra actividad.

Sin embargo, en el archipiélago de las Perlas se registra un afloramiento durante la estación seca, que cambia totalmente las condiciones ambientales, una situación que no ocurre en la primera, sostuvo la fuente.

Explicó que en ambas zonas se detectó el blanqueamiento y pérdida de tejido en los corales, que podría darse por la presencia de una enfermedad que se ha detectado en otras áreas, principalmente de México.

También se descubrió el «crecimiento exagerado» de algas sobre el coral, que podría ser por la ausencia de depredadores en el ecosistema o por la contaminación orgánica que permite disponer de muchos nutrientes para el desarrollo de las algas.

Destacó que en cuanto a especies marinas, en ambas zonas existen 110 de peces, incluyendo tiburones y mantarrayas, aproximadamente 40 de invertebrados, entre ellos las estrellas de mar, además de tres de corales, dos de tortugas (Verde y Lora) y dos de delfines (Botella y Manchados).

Casas indicó que el estudio, que tiene un costo de 40.000 dólares, tiene como primera intención determinar si existe algún comportamiento diferente durante la estación seca y la lluviosa en ambas zonas, y luego analizar cómo a largo plazo va a afectar el cambio climático a las especies marinas.

«Una vez se cumpla con las dos etapas se realizarán proyecciones con programas de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica), para poder determinar el alcance y el efecto que va a tener el cambio de temperatura en esta zona, importante para la conservación marina», añadió.

Las consecuencias negativas sobre las ínsulas panameñas afectan los ecosistemas de estas zonas y también su interconectividad con el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical.

El Corredor Marino del Pacífico Este Tropical está conformado por el Parque Nacional y Reserva Marina Galápagos (Ecuador), Parque Nacional Isla del Coco (Costa Rica), Santuario de Fauna y Flora Malpelo (Colombia), Parque Natural Nacional Gorgona (Colombia) y Parque Nacional Coiba (Panamá).

El estudio, que es financiado por la Fundación Conservación Internacional (CI), cuenta con el apoyo de la Universidad Marítima Internacional de Panamá (UMIP), para la que trabaja Casas, la Autoridad de Recursos Acuáticos de Panamá (ARAP) y Universidad de Baja California de México.

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