El profesor de Harvard, que en 2011 publicó el libo "The New Harvest" en el que propone formas para que África sea autosuficiente en alimentación en una generación, también dijo que los productos modificados genéticamente están siendo utilizados de forma efectiva en muchos países en desarrollo.

    Cuando la tecnología fue introducida "se dijo que nunca beneficiaría a los países en desarrollo y que no sería útil para los pobres. Y lo que vemos ahora es que los países en desarrollo son los que más adoptan la tecnología", agregó.

    "Es la tecnología agrícola de más rápida adopción en el último siglo, con una tasa de adopción de alrededor del 12% anual. Estas son decisiones de agricultores que no la adoptarían de forma tan rápida si no fuese porque les beneficia", explicó.

    Pero mientras que países como Brasil, Argentina, India, China, Sudáfrica o Cuba están produciendo cultivos transgénicos, en África la adopción está siendo más lenta, lo que el profesor Juma achacó a "la influencia europea" de ONG y Gobiernos.

    Juma dijo que es una paradoja "porque África es precisamente el continente que más necesita invertir en agricultura".

Incoherencia europea


    Explicó que la presión diplomática europea contra la adopción de cultivos modificados genéticamente en África se inició cuando Estados Unidos, Canadá y varios países latinoamericanos denunciaron ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) la decisión de la Unión Europea (UE) de prohibir la importación de transgénicos.

    Aunque Juma consideró que la UE tenía razones legítimas para señalar a los países africanos que no adoptarán cultivos transgénicos, y evitar afectar el caso ante la OMC, el académico cuestionó que "Europa tuviese el derecho a forzar a otros a que no produjesen transgénicos para sus propias necesidades".

    "No tiene sentido solicitar a los europeos que adopten una tecnología para producir más comida cuando tienen un exceso de producción. Pero no tiene sentido decir a los africanos que no pueden utilizar esa tecnología cuando tienen escasez", explicó.

    Juma señaló que de 1996 a 2011 los cultivos transgénicos "han ahorrado el uso de 473.000 toneladas de pesticidas, han evitado la emisión de 23,1 millones de toneladas de CO2. Sin los cultivos transgénicos, el mundo había necesitado otras 108,7 millones de hectáreas de terreno para producir la misma cantidad".

    Alrededor de 15 millones de agricultores y sus familias (alrededor de 50 millones de personas) se han beneficiado de la adopción de cultivos transgénicos, manifestó.

    Pero Juma recalcó que de los 28 países en todo el mundo que producen cultivos transgénicos, sólo cuatro (Sudáfrica, Burkina Faso, Egipto y Sudán) están en África.

    El profesor Juma también dijo que la introducción de transgénicos tiene que ser sólo después de la realización de una valoración de riesgos para asegurar la protección del medio ambiente y del consumidor.

    Anticipó que tras la adopción de transgénicos en cultivos industriales, como algodón, para resistir plagas, la siguiente fase de adopción en África debería ser el desarrollo de cultivos para consumo humano (como maíz, sorgo o cazaba) resistentes a sequías.

    Pero advirtió de que "es falso pretender que los transgénicos eliminarán las hambrunas en África".

    "Estas técnicas son específicas para resolver problemas concretos. Pero ligarlas con la reducción del hambre es un argumento falso. El hambre es un problema más complejo. Decir que adoptar transgénicos eliminará el hambre es falso", insistió.

    Pero son tecnologías que "deberían ser parte del paquete, que no deberían ser excluidas simplemente porque son transgénicos. Hay muchos otros factores que causan hambrunas", concluyó.

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