EFE.- Con pancartas y consignas alusivas al maíz, decenas de activistas se concentraron en una transitada vía del este de San José donde repartieron información a los peatones y conductores acerca de lo que a su juicio son los riesgos de los cultivos genéticamente modificados.
El presidente de la Federación Ecologista, Mauricio Álvarez, declaró hoy a Efe que la manifestación contó con una "exitosa participación" de diputados, campesinos, estudiantes, académicos y ambientalistas.
"Es un primer llamado a concentrarnos para llamar la atención pública sobre temas culturales, políticos, económicos y sociales que la Comisión (Nacional de Bioseguridad) dejó por fuera", afirmó Álvarez.
La Comisión aprobó el 21 de enero a la empresa D&PL Semillas Ltda, subsidiaria de la internacional Monsanto, la siembra de dos hectáreas de maíz transgénico en la zona de Abangares, en la noroccidental provincia de Guanacaste (Pacífico), luego de varios meses de estudiar el caso.
El cultivo es con fines de investigación y no para consumo humano o comercialización.
Álvarez aseguró que la comisión no evaluó las razones sociales, económicas y ambientales que diversos grupos presentaron para oponerse al permiso de la siembra del maíz genéticamente modificado.
Según el activista, las manifestaciones y repartir información a la gente son actividades que van paralelas a acciones legales que las organizaciones ambientalistas están llevando a cabo para que se revoque el permiso de siembra de maíz transgénico, entre ellas una acción de inconstitucionalidad que está en trámite.
Álvarez comentó que 22 municipios de los 81 municipios del país, incluido el de Abangares, donde fue adjudicado el permiso por la Comisión de Bioseguridad, se han declarado libres de cultivos transgénicos.
El activista se mostró confiado en que el movimiento contra los transgénicos logrará evitar la siembra de las dos hectáreas de maíz y anunció que utilizará "todos los mecanismos que da el Estado de derecho y acciones más directas con una filosofía pacífica".
Entre los riesgos que los sectores ecologistas han señalado sobre el maíz transgénico se destaca la posible destrucción y sustitución de variedades criollas, y la inexistencia de estudios sobre los efectos de este tipo de cultivos en la salud humana, el medioambiente o el ámbito socioeconómico.
Datos de la Comisión Nacional de Bioseguridad indican que en Costa Rica hubo pequeñas siembras de maíz transgénico menores a dos hectáreas en 1992, 1993, 1995, 1998, 1999 y 2000.
Para 2011, último dato oficial disponible, Costa Rica contabilizó 394,3 hectáreas de algodón transgénico, 44,6 de soja, 3,2 de piña y una de banano, todas para investigación o exportación de semilla y no para consumo humano.