Beatificado por Paulo V el 14 de junio de 1619, cuentan de San Isidro Labrador que hizo muchos milagros. Entre ellos, quizás el que más gracia nos hace en el campo es el que hace referencia a su poder para hacer que los ángeles araran las tierras, mientras él rezaba. También nos aturulla su magnánima capacidad para hacer que creciera el caudal de los pozos. Ya quisiera yo parecerme un poco a él, al menos en el tema del agua.

   Los agricultores de la provincia de Alicante, seguimos viendo como la capacidad de recibir los aportes de las cuencas externas se va mermando cada año un poco más. Ahora mismo, estamos viviendo un momento trascendental con la elaboración de los planes de cuenca del Tajo, Júcar y Ebro, pero todas las modificaciones que van introduciendo, nos dan en toda la cara. No hay otras palabras. Siempre me opondré a recibir menos caudal por un motivo muy sencillo, no beneficia a ningún agricultor de mi hermosa huerta.

   Agradezco el empeño que están poniendo algunos de los negociadores de nuestra tierra para impedir que desaparezcan los trasvases, pero nunca dejaré de reivindicar las necesidades del campo. Así, sigo recordando que es de vital importancia controlar los desembalses del Tajo. No sea que también les dé por recurrir a la triquiñuela de que nunca cumplen con la reserva estratégica que se han asignado por soltar en exceso. También el Júcar debe contemplar cambios importantes. El primero, que los desembalses sean para los agricultores de la provincia de Alicante, son quienes más los necesitan. El segundo, que se construya una toma en Cortés de Payás por la calidad que posee el líquido elemento desde este punto.

   Necesidades tenemos más, casi infinitas. El otro gran problema que lastra el desarrollo de este sector son los bajos precios en origen, devaluados como hace una década, frente a la imparable subida de los costes de producción. La Ley de Mejora del Funcionamiento de la Cadena Alimentaria, que se encuentra ahora en periodo de tramitación, pretende solucionar los desajustes que se producen y que también perjudican en exceso a los consumidores, ya que asumen incrementos desproporcionados que llegan incluso a superar la friolera del 1.000 %.

   No está claro todavía. La medida legislativa posee incontables enemigos. La Comisión Nacional de la Competencia ha organizado ciclos en los que defienden ideas similares a que ya hay otras normas anteriores. Les animo a reflexionar acerca de la efectividad de las mismas. Si la hubieran tenido, el campo no hubiera sufrido un abandono masivo. La gran distribución, qué decir, no quieren sanciones contra los que se aprovechan de los débiles. Casi ya estamos seguros de que si establecen un régimen sancionador, buscarán la manera de salvar su cuenta de resultados, haciendo que las multas repercutan en el agricultor. Esperamos que el Gobierno actúe como procede.

   Hay que reaccionar con premura. El sector agrícola y ganadero fue el único capaz de crear empleo en 2012 en la provincia de Alicante. Las exportaciones agroalimentarias son un pilar fundamental para nuestra maltrecha economía.  La vida es una lucha. Tenemos que dejarnos la piel para conseguir cambios necesarios. Por ello, felicito a todos aquellos que, como yo, llevan la tierra la sangre y no han tirado la toalla. Pido a San Isidro que ilumine a la tan desacreditada clase política para que apoye a estas personas para que puedan continuar dedicándose a la tan necesaria, pero mal pagada, tarea de obtener los agroalimentos de mayor calidad. ¡Va por ellos!

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