Dice la leyenda que el Balcón del Guadalquivir era el aceite de oliva predilecto de Julio César. Una tradición en la elaboración de estos aceites que se ha mantenido. Ahora ha sido presentada en Baeza la gama de aceites vírgenes extra tempranos de la Almazara Cooperativa de San Felipe, un aceite cuya historia se remonta a la época de la Hispania Romana.
Entre el siglo I al III d.C, y debido a la superpoblación que ostentaba Roma, unido con la especial predilección que el Imperio romano tenía por el aceite de oliva elaborado con esmero y a partir de frutos cuidadosamente seleccionados procedentes de olivos milenarios de la Región Bética, los barcos romanos que se dedicaban al transporte de víveres utilizaban el ánfora, que era especialmente práctico a la hora de acarrear el aceite de oliva. El ánfora pesaba unos 30 kg y con su forma globular era capaz de transportar unos 70 litros de aceite. Se estima que más de 25 millones de estás ánforas acabaron por conformar el Monte Testaccio a las afueras de Roma.
Procedían de las riberas del Guadalquivir, de las frondosas y escogidas explotaciones olivareras más demandadas por el Imperio por su cercanía al cauce.
Según la leyenda, tras la conquista de la Hispania Romana, y una vez nominada la entonces ciudad de Beatia como capital de comarca [Beatia se convierte en un importante centro administrativo y de intercambio debido a su privilegiada ubicación, ya que es un paso obligatorio en la ruta comercial Cástulo-Málaga}, por las características orográficas que le conferían estratégicamente como una perfecta atalaya, en una de las travesías de las brigadas romanas de Híspalis (Sevilla) a Cástulo (Linares) encabezadas por Julio Cesar, se detuvieron en la altiplanicie que ahora conforma la ciudad de Baeza, acampando durante varios días en aquel entonces frondoso campo de olivos.
Fue en el denominado por entonces SolariumBaetim, donde las tropas de Julio Cesar, con éste al mando, gozaron durante días del entonces conocido como Oleum ex albis ulivis, aceite de oliva virgen extra procedente de las aceitunas sanas y verdes recolectadas a mano por libertos de los olivos plantados en el mencionado SolariumBaetim (en Latín Balcón del Guadalquivir). Tal fue el deleite, que el citado César siguió disfrutando desde aquel momento hasta el final de sus días, de aquellos magníficos aceites tempranos, tanto allí, como posteriormente a su vuelta a la Ciudad Eterna.
Para Antonio Quel, Presidente de la Almazara Cooperativa San Felipe, “la elaboración de un aceite temprano a partir de frutos sanos previos al envero, recogidos a mano, además de dotar al mercado de un producto de extremada calidad, y con historia, se corresponde con una de las acciones de diferenciación incremental recogida en el nuevo Plan Estratégico Comercial que en la almazara se está desarrollando”.