Semillas, fertilizantes, fitosanitarios, carburantes, piensos, infraestructuras de riego, agua, electricidad… La producción de alimentos lleva consigo una serie de costes para agricultores y ganaderos que son una parte fundamental en la ecuación que da como resultado la renta agraria.
Una suma de gastos, llamados insumos, que pueden llegar a inclinar la balanza de la rentabilidad de las explotaciones agroalimentarias. En la ecuación, se suman el precio que reciben en origen por sus productos y el importe de las ayudas que reciben. Y a ellos se restan los costes de producción que, en muchos casos, son volátiles y fluctúan en función de decisiones que se toman muy lejos o que dependen de la situación de un mercado globalizado.
Es el caso, por ejemplo, del precio de las materias primas y cereales, claves para la alimentación del ganado. El sector considera el precio de la electricidad el “imput” que más preocupa y coincide en pedir más supervisión en la cadena de insumos, tal y como está ocurriendo en la cadena alimentaria.
Situaciones enquistadas en los insumos
El director de Relaciones Internacionales de Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja), Ignacio López, explica la situación de manera gráfica: “No hay paralelismo entre las líneas de precios de los costes de producción y las de los precios de venta”. Un problema que parece enquistado, pues mientras “los costes de producción han subido hasta un 15 % en los últimos años en algunos casos, los precios que reciben agricultores y ganaderos por sus productos siguen “anclados”; de esta manera, el margen de beneficio y de maniobra es cada vez “más estrecho” para los productores, hasta el punto de que, a veces, en función de la volatilidad del mercado, las ganancias están “bastante comprometidas”.
Además, a los costes habituales de producción hay que sumar otros -que López define como “regulatorios”- que derivan de las normativas que obligan a trabajar a los productores de la Unión Europea de un modo muy diferente y más caro que a competidores “de unos kilómetros más allá”.
Desde Cooperativas Agro-Alimentarias no ven una situación preocupante en los costes de producción relativos a los fertilizantes y los carburantes. En el caso de los fertilizantes, Antonio Catón apunta que sus precios tienen ciclos y, por ejemplo en estos momentos, están más bajos que hace dos semanas.
En cuanto a los carburantes, a pesar del pacto de los productores de petróleo de reducir su producción -lo que puede llevar a un aumento del precio de los gasóleos- “aún no hay que hacer saltar las alarmas”, indica el portavoz en este ámbito, José Cardona. No obstante, anima a mantener los ojos abiertos ante posibles subidas, ya que la bajada del precio de este insumo se ha ralentizado bastante desde 2013.
El secretario general de Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG), Miguel Blanco, considera clave el control de los costes de producción para mantener las rentas de los productores, pues “caída de precios y subida de costes de producción y de insumos es una ecuación que significa rentas a la baja”.
Por ello, ve necesario el control en esta cadena -que denomina la cadena inversa- y reclama un observatorio para dar transparencia en un proceso en el que, a su juicio, hay “oligopolios que campan a sus anchas”. Añade que los productores están “tan atados” a esta cadena como a la cadena alimentaria, por lo que la creación de este órgano es una petición que ya ha trasladado al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
El problema de la tarifa eléctrica para los productores
En el caso concreto de la electricidad, insiste en que la tarifa eléctrica ha subido un 70% desde la liberalización en 2008 -frente a la media europea de un 22 % de incremento-, así como en la necesidad de dar flexibilidad en los contratos a los productores para que puedan pagar por la luz que necesitan en cada momento de la campaña, especialmente en el regadío.
Desde la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), su secretario de Agricultura, Ignacio Senovilla, lo resume también de manera muy gráfica: “El agricultor y el ganadero se quedan como un sándwich” entre la cadena de insumos y la cadena de valor alimentaria.
Senovilla reconoce que los precios de los fertilizantes y los gasóleos son globalizados, “y casi no se puede hacer nada”, pero que el coste de la energía que necesitan para poner en marcha sus explotaciones “es lo que más preocupa”. Y coincide en que es necesario “más control” o “intervención” de la administración que, en su opinión, parece que “está mirando para otra parte”.
(Texto: Lucía Ruiz Simón / Efeagro)