Todas las comparaciones son odiosas y ni España es igual que Francia ni Francia, gracias a Dios, igual que España. Pero somos vecinos y lo que ocurra a un lado o al otro de la frontera influye e interesa. Y máxime cuando se trata de materia agraria.
Así, llama la atención de que mientras en España, para hacer frente a la crisis el sector, se presenta un Plan Estratégico, en Francia hace unos meses lo que se ponía sobre la mesa eran 500 millones de euros para los agricultores y ganaderos. Son dos formas distintas de ver las cosas. Casi tan distintas como ambos países.
Y no vean esto como una chapuza o una crítica (que también) a la ministra española, sino a la debilidad del campo español. No cabe duda de que en Francia sus agricultores no atan los perros con longanizas, más bien últimamente tienden a comerse la longaniza… y los perros. Si las cosas les fuera bien no quemarían los camiones españoles, no asaltarían las bodegas con vino extremeño, no tendrían una tasa de suicidios más que preocupantes o no saldrían a la calle, como están haciendo ahora, porque muchos llevan sin cobrar la PAC desde 2015 (que en todas partes cuecen habas).
Lo que sucede es que cuando ellos se enfadan no sólo paralizan el país, es que paralizan y atemorizan a todo el Gobierno. Luego desde los Campos Eliseos harán mejor o peor las cosas, pagarán o no, pero reaccionan. En España, cuando hay enfado… no se entera nadie y encima se les critica por protestar, como la consejera de Agricultura extremeña que lamentó hace unos días que la «derecha agraria» (por Asaja) se manifestara por el tema de la tuberculosis bovina.
En Francia, las organizaciones agrarias hubiera echado literalmente a la consejera a la calle. Aquí se critica que los ganaderos se quejen en una feria ganadera… y no pasa nada. Esa es la gran diferencia. Quizás por eso allí hay millones y aquí un Plan Estratégico.