MANU GARRO.- El ciclo anual del olivo ya se ha puesto en marcha tras una aceptable floración, una mayor fecundación y un gran cuajado de la aceituna que tendrá que ser refrendado en el momento en el que se produzca el endurecimiento del hueso de la aceituna en el mes de julio. A partir de ese mes, ya se puede hacer el primer gran test de cómo puede ser la venidera cosecha de aceite de oliva.
En el sector oleícola se tiene claro que la próxima cosecha no será excepcional ni extraordinaria en términos de cantidad, más bien barruntan que podría tener la catalogación de media, aunque todavía es muy pronto para aventurarse a dar cifras de producción al no haber terminado aún en algunas zonas la fase de la floración y el cuajado definitivo del fruto.
Sí hay, en cualquier caso, más optimismo y mejores caras entre el sector productor que hace un mes debido a las generosas lluvias con las que fue obsequiado el mar de olivos de la provincia de Jaén, agua de mayo que ha sido bien recibida por unos olivares que presentaban un estado vegetativo de cierto estrés hídrico como consecuencia de la falta de precipitaciones.
Lluvias primaverales
Llama la atención que tras la floración el porcentaje de fertilidad haya sido “bueno y alto, mejor de lo esperado”, según sostiene el secretario general de la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG) en Jaén, Juan Luis Ávila, que achaca esta circunstancia a las lluvias registradas en mayo, lo que ha podido influir de manera positiva en el posterior cuajado.
“Veníamos de unas limitadas reservas hídricas que se han mejorado con las lluvias, y ahora habrá que ver si la cosecha es media, aunque es pronto para hacer valoraciones de producción, por lo que tendremos que estar pendientes al desarrollo del endurecimiento del hueso y ver cómo evoluciona el olivo”, apostilla.
Similar reflexión hace el presidente del grupo cooperativo de segundo grado Jaencoop y jefe de los servicios técnicos de ASAJA en Jaén, Cristóbal Gallego, quien sostiene que la floración ha sido “digna” en líneas generales, con una mayor fecundación que en el pasado año y un buen cuajado. “Aquí la clave de este cambio a mejor hay que buscarlo en las lluvias de mayo, que han venido como siempre muy bien y han beneficiado a todo el olivar, sobre todo al de secano”, puntualiza Gallego.
Expectativas ante el otoño
Este buen pálpito y los buenos indicios tienen ahora que ser corroborados a partir del endurecimiento del hueso de aceituna y de la evolución y el desarrollo vegetativo del olivar para que, tras la parada del verano, las ansiadas lluvias otoñales ayuden al crecimiento del fruto antes de entrar en la fase del envero y de la maduración previa a la recolección.
No será hasta julio cuando haya una primera aproximación de cómo puede apuntar la próxima cosecha, aunque el rigor en las cifras vendrá avalado un año más por los datos que aporte la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía en el avance de cosecha de aceite de oliva en el próximo mes de octubre, el denominado aforo de producción de aceituna y de aceite de oliva que tanto predicamento tiene en todos los eslabones de la cadena productiva.
Y mientras el sector mira ya expectante a la próxima campaña oleícola 2016/2017, que comenzará el 1 de octubre, la actual transita por su noveno mes con precios estables en torno a los tres euros el kilo en origen. Una campaña, la 2015/2016, que ha sido media alta, con casi 1,4 millones de toneladas de aceite de oliva y una calidad realmente extraordinaria, sobre todo en la obtención de aceites de oliva virgen extra.
Y así, un mayo y un junio más, comienza el ritual del ciclo del olivo, que se repite cada campaña, un periodo en el que los productores se afanan, con mimo y esmero, por hacer unos zumos de aceituna cada vez de mayor calidad.