Imagino al propietario del suelo que se cedió al Ayuntamiento de Alicante con el objetivo de que construyera un matadero hace más de medio siglo, llevándose las manos a la cabeza, como poco, al contemplar el estado en el que ahora se encuentra el terreno y la obra que en él se ubica. Basura y restos por doquier, grafitis omnipresentes en la construcción, que ha sido víctima constante de robos y otros actos vandálicos desde que se procedió a su cierre en 2008. Tuberías y cables arrancados, cristales rotos, puertas destrozadas, restos de fogatas, colchones mugrientos, botellas, papeles y cartones desparramados por los suelos. Suciedad, desechos, roña y porquería. En resumidas cuentas, un auténtico espectáculo esperpéntico para los sentidos y, por supuesto, para la propia ciudad.
Un año después del cierre del matadero de Alicante, los colectivos de ganaderos y carniceros, junto a ASAJA Alicante, decidieron constituirse en la cooperativa denominada Alicarne Soc. Coop. V el 17 de junio de 2009 con el objetivo de restablecer la actividad, subsanando todas las incidencias y acondicionando las instalaciones para ofrecer un servicio competitivo y de calidad a las empresas del sector cárnico ubicadas en nuestra zona. El motivo: los desorbitados aumentos registrados en los costes de producción, ya lo suficientemente asfixiantes de por sí, al quedar un único matadero en la provincia, el de Orihuela, que hoy por hoy continúa ostentando el monopolio. Diariamente, los ganaderos siguen viéndose obligados a desplazar sus productos a la Vega Baja o Valencia.
Elaboramos un proyecto básico de acondicionamiento del matadero de abastos de Alicante. El citado plan fue redactado por el Ingeniero Agrónomo Don Joaquín Asencio Ramos y presentado a la Concejalía de Hacienda y Patrimonio del Ayuntamiento de Alicante en junio de 2009. La infraestructura no sólo hubiera contribuido a reducir los gastos en combustible, logística e intermediarios, sino que hubiera creado 50 empleos directos y otros tantos indirectos. Al principio, no obtuvimos respuesta alguna. Volvimos a remitirles la documentación.
Poco más tarde, mantuvimos reuniones con los máximos responsables municipales. Les anunciamos que estábamos dispuestos a invertir un millón de euros en la rehabilitación del inmueble y a pagar 15.000€ al año por su explotación, antes se pagaban 6.000€. Pese a la inversión económica que estábamos dispuestos a acometer y a la presentación de los estudios y documentos requeridos y preparados por técnicos cualificados, todos nuestros esfuerzos fueron en vano. Sólo encontramos puertas cerradas. La falta de voluntad de los técnicos del Ayuntamiento de Alicante fue imperiosa. Como ven, el proyecto no se abandonó por falta de documentación. Desistimos por puro aburrimiento ante la falta de colaboración.
El matadero de Alicante nunca más volverá a abrir sus puertas. Así son las cosas, por un lado la clase política se llena la boca diciendo que el principal problema es el paro y la necesidad de emprender políticas activas que generen empleo y, por otro, la oscura realidad muestra el rechazo a proyectos como el nuestro, que incluye un programa de formación para personas desempleadas con el objetivo de que aprendan el oficio de matarife y puedan ser contratadas. Nunca abandonaremos el proyecto, sabemos que es bueno, pero también que no podrá ejecutarse en la capital levantina, sino en otro municipio próximo. Barajamos como posibilidad Mutxamel, Elche y Monforte del Cid.
En efecto, como la práctica totalidad de la ciudadanía conoce, el matadero de Alicante se encuentra en un terreno especialmente ‘goloso’ para los especuladores del sector de la construcción. Ubicado en Agua Amarga, frente al Mediterráneo, albergará otros proyectos. El único suelo industrial para uso exclusivo del matadero que contempla el actual PGOU tiene como destino otros fines que generan más dinero a las arcas municipales y benefician a unas pocas personas privadas. Como ven, yo no le temo ya a nada ni a nadie. Sé que sólo estoy defendiendo lo que debo: nuestro proyecto, que es mucho más completo y generará beneficios a los ganaderos, al gremio de carniceros, la distribución cárnica y también, por supuesto, a los consumidores.