Asimismo, Fecoam también critica que el presidente Garre no se haya reunido este verano con el sector de frutos secos, "a pesar de la gravedad del problema, y que se haya tenido que esperar hasta el lunes 15 para celebrar un encuentro de trabajo con el consejero de Agricultura y Agua, Antonio Cerdá (la anterior tuvo lugar el 9 de julio), y conocer de primera mano qué medidas se van a adoptar, tras las falsas expectativas creadas la semana pasada en torno a los 18 millones que iba a recibir el campo murciano".

      Cerdá comunicó a los representantes de cooperativas y organizaciones agrarias la posibilidad de que el Ministerio y el Gobierno regional cofinancien una partida presupuestaria de un millón de euros para el arranque y replantación de los almendros secos, y otra partida de un millón para un plan de reconversión varietal.

Una partida "escasa" ante la gravedad del sector

      Sin embargo, el representante de Frutos Secos de Fecoam, Pedro Guerrero, considera que la cuantía es “escasa”, por la “catástrofe” sin precedentes que está padeciendo el sector, con daños que son “incalculables”, y que el Gobierno regional “no está sabiendo transmitir al Ministerio”. También se lamenta de que siga sin darse solución al problema y sin aprobarse medidas de apoyo para el arranque y replantación de los árboles secos, una propuesta que el sector planteó el pasado mes de mayo.

     Los primeros datos reales del alcance de la sequía, puesto que sigue sin caer una gota de agua, se conocerán a finales de mes o principios de octubre, cuando finalice la recolección, aunque las consecuencias se prolongarán durante mucho tiempo. Por este motivo, reclama líneas de ayudas “abiertas” y “ampliables” para que en los próximos tres, cuatro o cinco años el sector pueda reconvertirse y paliar los problemas por la falta de lluvias.

El problema no es de variedad o producto, sino de los pies híbridos utilizados

     Fecoam cifra las ayudas, que incluirían los costes del arranque, reposición y labranza, pero no las pérdidas de producción del periodo de cuatro o cinco años que el almendro tardaría en hacerse adulto, en torno a 12 euros por cada árbol.
El arranque y plantación de nuevos árboles, indica Guerrero, se llevaría a cabo en las parcelas en las que exista un porcentaje de almendros secos que sea “relativamente relevante”, mientras que en las parcelas totalmente perdidas se llevará a cabo una reconversión. En este sentido, incide en la necesidad, por sanidad vegetal, de arrancar ya los árboles secos para evitar que contaminen a las parcelas colindantes con plagas como el barrenillo.

    En cuanto al plan de reconversión, puntualiza "que no se trata de un cambio de variedad o de producto, sino de pies". Así, explica que existe un problema con las plantaciones que se realizaron hace unos años, en las que se emplearon pies híbridos que han resultado ser más sensibles a la sequía y a los ataques del gusano cabezudo, lo que causa que el almendro se seque más rápido en las explotaciones.

     Guerrero recuerda que el cultivo de almendro, que ocupa una superficie de 70.000 hectáreas en la Región, se encuentra localizado en zonas marginales, de elevada pendiente, donde ningún otro cultivo puede desarrollarse. "De ahí su gran importancia desde el punto de vista medioambiental, puesto que ayuda en la lucha contra la erosión, evitando el avance de la desertificación y, en ocasiones, sirviendo de cortafuegos ante los incendios forestales".

     Por su parte, el presidente de Fecoam, Santiago Martínez Gabaldón, asegura que es el momento de que los representantes políticos demuestren que apoyan realmente al sector agroalimentario. “De nada sirve que nos den palmaditas en la espalda y nos digan que somos los mejores, si luego llega un momento como el actual en el que tienen que ayudarnos, y no lo hacen”, expone.

     Asimismo, muestra su preocupación por cómo la merma en la cosecha de almendra, aceituna y viña afectará a las cooperativas, que deberán hacer frente a una menor entrada de producto y un incremento de los gastos fijos, y a los puestos de trabajo; además de la incertidumbre de si se podrán plantar nuevos árboles el año que viene, si continúa sin llover. 

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