EFE.- En su informe anual sobre la agricultura, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indicó que, en el conjunto de sus 34 países miembros, las ayudas al sector representaron el 18,2 % de sus ingresos en 2013, seis décimas menos que en el ejercicio precedente.

Una parte de la disminución de esos porcentajes se explica por el incremento de los precios de los productos agrícolas que contribuyeron a elevar la remuneración de los profesionales, dentro de la tendencia más general de encarecimiento de las materias primas.

En la Unión Europea, el ascenso fue mínimo, de menos de 15 centésimas porcentuales, pero en cualquier caso el soporte público se mantuvo 12,5 puntos porcentuales por encima del constatado en Estados Unidos, donde la reducción fue de 48 centésimas.

Los mayores niveles de subvenciones fueron, una vez más los de Japón (55,6 %, cinco décimas más), Corea del Sur (52,9 %, 7,6 puntos menos), Noruega (49,4 %, 6,8 puntos menos) e Islandia (41,3 %, 5,9 puntos menos).

En el otro extremo, las ayudas públicas en Nueva Zelanda sólo pesaron un 0,5 % de las entradas de las explotaciones agrarias (29 centésimas menos que en 2012), un 1,9 % en Australia (siete centésimas menos) y un 2,7 % en Chile (cuatro centésimas menos).

Los autores del estudio destacaron que en el conjunto de la OCDE supusieron unos 258.000 millones de dólares, o 194.000 millones de euros, y en términos porcentuales el 18,2 % de media significó casi una reducción a la mitad respecto al 37 % que se daba a mediados de los años 1980 cuando se empezaron a contabilizar estas estadísticas.

Pero aunque el peso relativo de las ayudas a los precios agrícolas se han reducido (en los años 1986-88 suponían el 86 % del paquete puesto por los poderes públicos para el sector primario), sigue siendo «elevado», en concreto un 51 % para el periodo 2011-2013.

Todas esas cifras ilustran para la OCDE que los progresos entre sus miembros para unas políticas de ayuda a la agricultura que distorsionen menos el mercado -es decir que se dirijan menos a hacer subir artificialmente los precios- son «claros pero desiguales».

Porque su credo es que cuanto menos apoyo directamente vinculado a las decisiones de producción, hay menos distorsiones en la producción y en el mercado.

El conocido como el «Club del mundo desarrollado» subrayó que hay «mucho» margen para políticas que favorezcan un incremento de la productividad, de la sostenibilidad y de la rentabilidad.

Eso necesita centrarse en la innovación y fortalecer la capacidad del sector para adaptarse a los cambios en los mercados, a la disponibilidad de recursos naturales y a las oportunidades económicas.

Por otro lado, la OCDE se felicitó del acuerdo de la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que se celebró en Bali en diciembre pasado porque «ha dado un impulso renovado a las negociaciones y puede tener una gran trascendencia en las reglas multilaterales que gobiernan el comercio de la agricultura».

En relación con su peso relativo en términos de producto interior bruto (PIB), las ayudas agrícolas han caído del 3 % de media en la OCDE en 1986-88 al 0,78 % del PIB en 2011-2013.

El porcentaje en ese último período variaba desde el máximo del 2,1 % del PIB en Turquía, del 2 % en Corea del Sur o del 1,6 % en Japón al mínimo del 0,15 % en Australia o el 0,29 % en Chile, pasando por el 0,74 % de la UE o el 0,49 % de EEUU.

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