Noruega no pertenece a la UE, pero sí al Espacio Económico Europeo: básicamente el comercio con Europa está liberalizado, pero los productos agrícolas son una excepción, sujeta a negociación de cuotas y aranceles especiales destinados a mantener la competitividad de sus productos agrícolas y ganaderos en el mercado local. Los granjeros cuentan con un importante poder político: su partido formaba parte del anterior gobierno y consiguió subir los aranceles al queso europeo un 277 por ciento en 2013, según informa  Nacho Sevilla en www.publico.es.

     Una investigación de la televisión pública NRK que ha desvelado las excéntricas prácticas de la industria agroalimentaria noruega debido a los altos aranceles y sus excepciones: carne de pollo y de cerdo noruega que va a Dinamarca para volver como filetes empanados y salami; leche noruega que va a Alemania y vuelve como queso para untar; incluso queso que va a Dinamarca para ser cortado y empaquetado.

     Todo esto lo permite una exención de aranceles para materia prima noruega procesada en el extranjero. Fue diseñada para animar a la industria agroalimentaria a probar nuevos métodos de producción sin el coste en maquinaria y mano de obra que conllevaría en Noruega. Pero años después se ha comprobado que no está sirviendo para la innovación, el sistema se convierte en habitual y la producción no vuelve al país. Además estas prácticas incrementan notablemente la emisión de CO2 a la atmósfera en forma de humo de camiones que van y vienen.

Unos viajes que no afectan al ibérico, al ser denominación de origen

    Pero el caso más llamativo es el del jamón serrano español (con el ibérico no se puede hacer ya que la denominación de origen obliga a que sea procesado íntegramente en origen), y el de Parma italiano. A la exención de aranceles para la comida procesada en el extranjero con materia prima noruega se une una disposición especial en el Acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo permite la importación de jamones españoles completos, con hueso, libre de aranceles.

   El resultado es surrealista además de bastante contaminante: el jamón crudo español recorre más de 3.000 Km en un camión, en Oslo le ponen un sello y ya es carne noruega, hace el viaje de vuelta para ser curado y loncheado en España, y vuelta a Escandinavia para ser vendido. Viaja, y genera emisiones de CO2, tres veces más de lo necesario. Pero sale más barato que pagar impuestos, entre 8€ (con hueso) y 18€ (sin hueso) por Kilo importado, y es perfectamente legal.

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