Tras cien días de huelga indefinida, los trabajadores de la planta catalana del grupo de alimentación siguen haciendo turnos en la rampa de entrada, concentrados para mantener viva la protesta.
Los huelguistas entienden que Carlos Gila, el nuevo consejero delegado y responsable de aplicar este duro ajuste, está llevando a cabo una deslocalización pura y dura de la actividad en Cataluña en favor de otras plantas del resto de España. Pero para entender por qué esta crisis ha llegado a este punto hay que repasar la historia.
La estrategia ahora pasa por la impugnación en los tribunales de todo el ERE, según informan fuentes sindicales. Si los sindicatos la consiguen, llevarán al grupo Panrico a la quiebra y Oaktree lo perderá todo, ya que se vería obligado a reincorporar a todos los despedidos. Antes del ERE no tenía dinero ni para pagar las nóminas y de hecho la empresa sobrevivió temporalmente con un aval de la Generalitat de cinco millones.
CC.OO, mayoritaria en la planta catalana, está buscando una estrategia común con la Generalitat. La central sindical y el departamento de Empresa y Ocupación quieren que Gila se siente a negociar, algo a lo que Oaktree se ha negado estos meses, avalado por el acuerdo a nivel nacional y el apoyo de los repartidores autónomos. Tanto la Administración catalana como el sindicato esperan que si el frente judicial prospera se abra una mesa de negociación y se pueda alcanzar un pacto. Un acuerdo que en todo caso llegará después de la Navidad más triste para Panrico.