PTAS .- Desde el nacimiento de la agricultura, hace 10.000 años aproximadamente, los agricultores han ‘modificado y adaptado’ los productos agrícolas que ellos mismos cultivan a las necesidades alimenticias que han ido surgiendo. En un principio, seleccionaban las plantas y semillas con mejor apariencia con el fin de conservarlas y sembrarlas en la siguiente estación.

 

 Más tarde, con el desarrollo del conocimiento de la genética vegetal, los propios ‘obtentores’ comenzaron a utilizar estos descubrimientos para seleccionar diferentes rasgos, con el objetivo de promover la mejora en nuevas variedades. Podemos afirmar, por tanto, que los primeros agricultores fueron, a su vez, ‘los primeros ingenieros de la tecnología vegetal’.

Sin embargo, ha sido durante el siglo XX cuando la ‘ciencia vegetal’ comienza un importante desarrollo que ha permitido conocer mejor las claves necesarias para obtener cultivos mejorados, gracias a la selección de ‘las mejores plantas’.

 

Es evidente, que a lo largo de la historia, son los propios agricultores los que han elegido la innovación como forma de incrementar y mejorar la producción agro-industrial. La innovación se materializa en el uso y puesta en práctica, por los agricultores, de las tecnologías disponibles, contribuyendo a la mejora de la cadena de valor del sector agrario. El hecho de ser capaces de reconocer las mejores propiedades o características de cada planta se convierte en un arte.

 

Según, el Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones para Biotecnología (ISAAA), la mejora en las semillas ha sido fundamental para el incremento de las producciones en todo el mundo. Así, por ejemplo, está demostrado que las semillas híbridas, obtenidas del cruce de dos líneas puras, dan como resultado plantas con un rendimiento superior, que también pueden ser resistentes a enfermedades genéticas, con frutos más homogéneos o con otras características buscadas.

El informe, ‘Agricultural Biotechnology, the enviroment and the 21ST Century’ de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) asegura que la mejora genética del ADN de las plantas y cultivos está obteniendo éxitos fundamentales para garantizar el alimento a la población mundial, a la vez que ahorra un daño incalculable al medio ambiente. Esto es un tema fundamental teniendo en cuenta el crecimiento demográfico que, en la actualidad, presentan algunos países subdesarrollados. De hecho, la ONU baraja la posibilidad de llegar a 9.000 millones de habitantes en 2050 y a los 27.000 un siglo despúes.

 

A su vez, el documento revela que, gracias al empleo de innovación e investigación se estima que la productividad de la tierra se ha triplicado, sin incrementarse la superficie cultivada. Por otro lado, el uso de la ingeniería genética en la mejora de los cultivos da como resultado un uso más eficiente de los recursos naturales (como suelo, agua, energía) reduciendo el impacto climático (menores emisiones de CO2) por unidad de producción.

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