El Comité de Gestión de Cítricos (CGC), la patronal nacional que aglutina los ex­­­portadores privados, ha advertido que el acuerdo UE-Mercosur impactará en los precios citrícolas y en la viabilidad de la industria del zumo, a la vez que lanza un aviso: «entre el 15 y el 20% de la cosecha con defectos o con falta de calibre ya no podrían ir a zumo por lo que no se valorizarían y se con­ver­tirían en residuos»

Asimismo, lamenta el “olvido” de la Comisión Europea (CE) de este sector en sus ne­go­cia­cio­nes para ratificar el tratado con Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay). Pese a la evidencia de que Brasil es la pri­mera potencia transformadora de zumo, que sus jugos aca­paran en torno al 70% del consumo mundial y de que España es la primera exportadora en fres­co, nunca se ha consi­de­rado este producto como ‘sensible’.

Desde 2019, se man­tie­ne la propuesta inicial que fija un plazo de 7 años para eliminar pro­gre­si­vamente los aranceles del zumo directo, que es el más estratégico para la industria es­­pañola y hoy se sitúa en el 12,2% y de 10 años para el concentrado, ahora en el 15%. Y para las importaciones en fresco, se eliminarán tales ta­sas -del 12,8%- en el plazo de una década desde su entrada en vigor. “Mercosur impactará directamente sobre la in­­dustria del zumo español -que depende de esos aranceles pa­­ra defender su producto- pero el efecto sobre sector en fresco se dará acto seguido porque las, entre 650.000 y 850.000 toneladas que cada año se retiran por desequilibrios entre oferta y demanda, por tratarse de ca­li­bres no comerciales o por sufrir defectos en la piel, fundamentalmente por fenómenos meteorológicos adversos, no tendrán un des­­tino claro y los precios del fresco se resentirán”, ad­vier­te la presidenta del CGC, Inmaculada Sanfeliu.

La UE, que acaparra el 52% de sus exportaciones de zumo, es el primer destino para la potente industria brasileña, controlada por una oligarquía bien conocida: las multinacionales Citrosuco, Cutrale y Louis Dreyfus. El Rei­no Unido es, tras EEUU, su tercer gran mercado y recientemente el gobierno británico renovó la suspensión total de aran­celes decidida después del Brexit a 93 productos brasileños, entre ellos sus jugos. Europa en su totalidad se re­for­za­ría, gracias a Mercosur, como su primera y más segura plaza. La UE, por su parte, es también el primer mercado con mucha diferencia de las ventas de las empresas transformadoras españolas y Gran Bretaña, su segunda alternativa ne­cesaria.

ENTRE EL 15 Y EL 20% DE LA COSECHA CON DEFECTOS O CON FALTA DE CALIBRE YA NO PODRÍAN IR A ZUMO NO SE VALORIZARÍAN Y SE CON­VER­TIRÍAN EN RESIDUOS

“Nuestro mercado natural y más próximo sería el escenario de una competencia desigual entre dos ci­tri­cultu­ras an­ta­gó­nicas: la brasileña, volcada en los jugos y la española y europea dedicada al fresco, con costes y exi­gen­cias fitosa­ni­tarias, medioambientales, de seguridad alimentaria, laborales y sociales que nada tienen que ver. España ya no puede, y sin los arance­les menos aún, competir en precio con el zumo de Brasil”, sentencia Sanfeliu.

El CGC lamenta, además, la falta de transparecia con la que la CE ha llevado todo el proceso y las urgencias de esta última fase. Para evitar el bloqueo de algunos Estado miembro liderados por Francia, la CE ha acabado por imponer la aplicación provisional de su capítulo comercial, separándolo del componente político y de cooperación, para así ratificar el tratado sin el visto bueno de todos los Estados miembros.

“No conocemos de qué manera se activarán las salvaguardias ahora prometidas y si se tendrá en consideración las distorsiones que Mer­cosur provocará en el mercado del zumo y/o en al mercado en fresco”, advierte Sanfeliu, quien añade que -dados los antecedentes- “no parece que se sea consciente de la importancia estratégica que tiene la industria transfor­ma­do­ra europea para la comercialización de nuestros cítricos”.

El CGC, además y como ha venido haciendo estos años, reitera el problema medioambiental que supondría que los citricultores no puedan desviar a esta industria la fruta con defectos o con falta de calibre. Ese por­cen­ta­je de entre el 15 y el 20% de la cosecha, esos cientos de miles de to­ne­la­das sin destino no se valorizarían y se con­ver­tirían en residuos provocandodo lixiviados, que conta­mi­nan suelos y aguas cuando no mul­tiplican la presencia de hongos y pla­gas en el campo. “La industria no solo es clave por el valor del zumo en sí mismo, es imprescindible porque garantiza una salida a toda la producción, reduce mermas, regula y da estabilidad al mercado en fresco, asegura mayor ca­lidad, evi­ta un problema ambiental y, además, porque genera una economía circular en la que todo se aprovecha pa­ra sub­pro­ductos como aceites esenciales, alimento para ganado o compuestos bioactivos”, remarca Sanfeliu.

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