Óscar Salazar / Presidente UAGR-COAG
Llega el día del santo patrón de los agricultores, y aunque nuestro estado de ánimo y económico no estén para celebraciones, ni para bailes, ni para comidas extravagantes, intentaremos olvidarnos de todo y festejar como corresponde. Pero aunque nos acusen de quejicosos, la realidad es que no hay buenas noticias últimamente en el sector agrario. Antes las cosas eran diferentes, y no teníamos todos los huevos en la misma cesta, sino que en cada casa convivían varios cultivos, e incluso algunas cabezas de ganado se criaban en las bajeras. Pero con las exigencias de la modernidad, que nos lleva a una productividad cada vez mayor, nos vemos entrampados en grandes inversiones, mientras que el libre pero injusto mercado no nos corresponde con unos precios remuneradores nuestro esfuerzo por conseguir alimentos de calidad, producidos con respeto al medio ambiente y a las personas.
Según datos de nuestra coordinadora estatal COAG, para obtener un euro de producción los agricultores y los ganaderos tenemos que gastar casi medio solo en insumos. Y ni tan mal, porque en los años anteriores, tras la pandemia y el inicio de la guerra en Ucrania, teníamos los costes de producción disparados. Pero si el año pasado piensos, energía y lubricantes descendieron algo por fin su precio, los abonos que utilizamos para cultivar aumentaron su coste en más de un 13%. Mirando con más perspectiva, en los últimos 20 años los consumos intermedios se nos han encarecido un 92%, mientras que la renta agraria corriente solo ha subido un 43%. Esto significa que a los agricultores y a los ganaderos cada vez nos cuesta más producir, mientras que la renta que conseguimos llevar a casa tras nuestro trabajo es más exigua. Eso, cuando tenemos beneficios, porque lamentablemente en muchos cultivos o ganaderías los precios que percibimos rondan los costes de producción, por lo que, como popularmente se dice, lo que hacemos es “cambiar dinero”. Ejemplos de ello sobran, pero pondré dos de los principales cultivos en extensión en La Rioja, el viñedo, con 47 320 hectáreas, o los cereales, con 47 250 hectáreas (datos de 2022):
Coste de producción y precio percibido por el agricultor en la semana 18 del año, en euros/kilo, en trigo, cebada y uva (según datos del Observatorio de Precios de la Consejería de Agricultura):
Trigo media fuerza
Semana 18 | Coste producción | Precio percibido agricultor |
2019 | 0,19 | |
2020 | 0,18 | 0,19 |
2021 | 0,22 | 0,22 |
2022 | 0,22 | 0,36 |
2023 | 0,22 | 0,28 |
2024 | 0,22 | 0,22 |
2025 | 0,50 | 0,22 |
Cebada
Semana 18 | Coste producción | Precio percibido agricultor |
2019 | 0,17 | |
2020 | 0,17 | 0,17 |
2021 | 0,22 | 0,20 |
2022 | 0,22 | 0,35 |
2023 | 0,22 | 0,24 |
2024 | 0,22 | 0,21 |
2025 | 0,45 | 0,21 |
Uva
Año | Coste producción | Precio percibido agricultor |
Media 2014-2018 | 0,95 | |
2019 | 0,67 | 0,85 |
2020 | 0,68 | 0,63 |
2021 | 0,67 | 0,70 |
2022 | 0,71 | 0,71 |
2023 | 0,81 | 0,73 |
2024 | 0,90 | 0,72 |
Dos comentarios sobre estas cifras: Después de dos años de cosechas desastrosas de cereales, y a pesar de que los descensos de producción suelen subir los precios, la invasión en los puertos de trigo procedente de fuera de la Unión Europea los sitúa a niveles de hace décadas, por debajo de 200 euros la tonelada, como se refleja en la tabla.
Si en el caso de los cereales la variación del precio percibido por los agricultores, aunque la hay, no es muy alta, en el caso de la uva sí, de manera que durante las últimas campañas muchos viticultores cobran muy por debajo de los costes medios de producción, casi a la mitad en algunos casos.
Vistos los datos, no es de extrañar la falta de relevo generacional que tenemos en el campo: son contados casos en los que nuestros hijos deciden continuar con la explotación familiar (no digo ya emprender desde cero, porque eso es sencillamente impensable). Los datos son elocuentes: Afiliados en La Rioja al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, actividad agraria, ganadera, silvicultura y pesca, afiliados último día del año (fuente, Seguridad Social):
2019 | 4 288 |
2020 | 4 245 |
2021 | 4 201 |
2022 | 4 127 |
2023 | 4 023 |
2024 | 3 944 |
2025 (a 30 de abril) | 3 885 |
Como se ve, por primera vez en la historia nos encontramos con que somos menos de 4 000 los agricultores y ganaderos profesionales que trabajamos en el sector primario riojano. Así que nos encontramos con un sector agrario envejecido, sin relevo generacional, y atravesando una pésima situación económica en la mayoría de los cultivos o ganaderías. Esta es la realidad. Por eso en la Unión llevamos varios años movilizados, desde que comenzamos las protestas ante la Azucarera de Miranda, allá por diciembre de 2019. Y hablando de las remolachas, lo sucedido en este sector debería servir de aviso a navegantes en el vitivinícola: Dar ayudas que no vayan vinculadas a la rentabilidad de los productores y hacer seguidismo a las empresas que dominan un sector solo sirve para acogotar a los agricultores, primero, y llevarnos a la ruina, después. El sector remolachero ya está prácticamente desmantelado, pero aún estamos a tiempo de revertir el rumbo en la Interprofesional y el Consejo Regulador del Rioja.
Otros sectores punteros en La Rioja también están atravesando momentos difíciles: El champiñón, segundo en importancia económica tras el vino, no acaba de tener herramientas suficientes para luchar contra dos enfermedades del cultivo, el “mole” y el “pelo”. Se agradece la investigación, pero urgen soluciones para atajar el problema en el corto plazo. O los perales, uno de los pocos cultivos rentables que nos quedan, pero que también se enfrenta a una enfermedad contra la que hasta la fecha no hay remedio: El fuego bacteriano, cuya gestión supone extremar las precauciones, aplicar tratamientos, sanear los árboles, cortar y quemar masa vegetal afectada y replantar las parcelas. Todo ello les supone a los fruticultores un aumento de los costes de producción y una merma en sus producciones.
No nos olvidamos de la ganadería, que aún sostiene económicamente a tantos pueblos de la sierra, pero que prácticamente ha desaparecido en el valle, salvo contadas excepciones. La mayoría de los subsectores ganaderos se encuentran en la cuerda floja, de ahí el gran descenso del número de ganaderos profesionales en los últimos años.
A todo esto hemos llegado por dejarnos seducir por los cantos de sirena de la globalización económica, el productivismo y el todo vale, mientras que hemos descuidado algo tan fundamental para nuestra propia supervivencia como especie como es la alimentación. Desde la Unión llevamos ya décadas advirtiendo de esta tendencia, pero nuestros gobernantes prefieren que en los hipermercados haya alimentos muy baratos, a cuidar el sector primario. Primario ojo, pero cada vez más presionado por una falta de rentabilidad que nos ahoga poquito a poquito.
Sí, me dirán, se legisla en nuestro beneficio, como se hizo con la Ley de Mejora de la Cadena Alimentaria, y sus modificaciones. Pero, ¿de qué nos sirve, si luego no se hace cumplir la Ley? Porque, como hemos visto antes, la propia Consejería certifica que estamos vendiendo claramente por debajo de costes, y no pasa nada. Nada sabemos tampoco de la denuncia que interpusimos las organizaciones agrarias en vendimias por la desfachatez de precios que ofrecía la bodega Pagos del Rey para aprovecharse de viticultores desesperados en plenas vendimias. Y así nos va. Esta misma semana, nuestros compañeros de COAG han puesto en Madrid una denuncia ante Competencia para denunciar la posible alteración artificial de los precios en origen del aceite de oliva: un desfase injustificado de más de 2 €/kg entre el precio real en origen y su valor de mercado que podría suponer una pérdida de casi 3 millones de euros a los olivareros. Veremos si en Madrid hay más suerte…
Así estamos, y así lo estamos contando desde la Unión de Agricultores y Ganaderos de La Rioja. Porque a pesar de todo, seguimos peleando por nuestro futuro como cultivadores y criadores de alimentos de calidad. ¡Y ya van 48 años! Así que celebraremos San Isidro como corresponde, pero el viernes volveremos a la lucha.