Pedro Barato / Presidente de Asaja Nacional

Este viernes 14, el Gobierno de España tiene una decisión clave en el Comité de Representantes Permanentes de la UE (COREPER). En su mano está frenar o agravar la crisis del campo votando sobre una propuesta de la Comisión Europea que duplicará los aranceles a los fertilizantes de Rusia y Bielorrusia. Un golpe letal para los agricultores y ganaderos, pero también para los consumidores.

Porque no nos engañemos: cuando los costes de producción suben, los precios en el supermercado también lo hacen. Y lo que algunos parecen olvidar es que sin fertilizantes a precios razonables, no hay comida asequible, no hay rentabilidad agraria y, en última instancia, no hay seguridad alimentaria.

Bruselas plantea aranceles de hasta 430 euros por tonelada en algunos fertilizantes a partir de 2028, un incremento del 100% que hará inviables muchas explotaciones agrícolas. Y mientras, ¿qué solución propone la Comisión? Ninguna. No hay alternativa real, no hay un plan de contingencia, no hay una estrategia para asegurar el suministro a precios competitivos.

Europa no produce suficientes fertilizantes para abastecer su demanda interna. De hecho, somos totalmente dependientes del exterior, no solo de Rusia y Bielorrusia, sino también de países africanos, de China y de Estados Unidos. Cerrar una vía de suministro sin abrir otra no es estrategia, es la crónica de una muerte anunciada.

Lo peor es que esta falta de previsión no es una novedad. El cierre de fábricas en varios países europeos y el impacto del Mecanismo de Ajuste en la Frontera del Carbono (CBAM) ya han encarecido la producción de fertilizantes en la UE. Añadir aranceles solo agravará la crisis y dejará a los agricultores con dos opciones: o pagar precios desorbitados o reducir la producción, con el consecuente impacto en la oferta de alimentos.

Ya hemos visto este efecto antes. En cuanto los insumos agrícolas se encarecen, los precios de los alimentos suben. Pero lo que no sube es el margen del productor, porque en esta cadena de despropósitos el agricultor siempre es el último eslabón, el que más paga y el que menos recibe.

Nos preguntamos: ¿va a asumir la Comisión Europea la responsabilidad de una escalada de precios que golpeará a los consumidores europeos? ¿O serán los agricultores los que, como siempre, tengan que cargar con las consecuencias de una política sin planificación?

Porque este no es solo un problema del campo, es un problema de todos. De los que trabajan la tierra y de los que llenan su cesta de la compra.

Y sí, hay soluciones. Y si alguien no las ve, en ASAJA hacemos de surco y de guía, marcando el camino para que nadie se pierda. No nos quedamos mirando cómo se seca la cosecha, arrimamos el hombro y mostramos las alternativas reales: eliminar los derechos antidumping sobre fertilizantes clave como el nitrato de amonio y las mezclas de urea y nitrato de amonio, permitiendo importaciones más competitivas; facilitar el uso de fertilizantes alternativos como los fertilizantes de origen ganadero RENURE, una opción sostenible y eficiente que ayudaría a reducir la dependencia externa; o desarrollar un plan de transición para garantizar el acceso a insumos esenciales sin poner en riesgo la viabilidad de las explotaciones agrícolas.

Estas son soluciones concretas, no prohibiciones sin respaldo, no barreras sin salida.

Un llamamiento al Gobierno de España

El voto del Gobierno este viernes es crucial. España tiene la oportunidad de defender su sector agrícola y evitar un nuevo golpe a la competitividad del campo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la vicepresidenta Teresa Ribera y el nuevo comisario de Agricultura, Christophe Hansen, deben tomar una decisión con consecuencias directas para la producción agrícola y para el bolsillo de los consumidores europeos.

El campo no puede seguir pagando la falta de visión de Bruselas.

Si España quiere una agricultura fuerte, una soberanía alimentaria real y precios accesibles para los ciudadanos, debe votar NO a estos aranceles. Lo contrario sería condenar a los agricultores y cargar la factura a todos los europeos. Esperemos que esta vez no miren hacia otro lado.

(Artículo publicado en asaja.com)

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