La presencia de miles de flamencos rosas en el parque natural de La Albufera regala una de las imágenes más sorprendentes de estas fechas navideñas. Sin embargo, mientras la sociedad se deleita con esta evidencia del estado ambiental de la Albufera, los arroceros lanzan un mensaje de auxilio: “Estamos asustados, si no se toman medidas antes de la próxima campaña del arroz, los flamencos nos van a hacer un daño terrible”. Son las palabras de preocupación del responsable de la sectorial del arroz de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), José Pascual Fortea.
La organización agraria recuerda que las bandadas de flamencos han ocasionado graves daños en los últimos años -que se suman a los perjuicios que ya venían provocando los patos- pero la cría y multiplicación de ejemplares en el paraje amenazan con incrementar las pérdidas en el sector. En primavera los flamencos rosas pisotean los campos recién sembrados con tal virulencia que los agricultores no sólo pierden esas plantas sino que, en muchos casos, no resiembran porque no vale la pena, ya que la producción recolectada en la siega resulta tan exigua que no compensa los costes de producción.
Por ello, AVA-ASAJA reclama a las administraciones que tomen cartas en el asunto.
EN AQUELLOS ARROZALES QUE LOS FLAMENCOS INVADEN, LOS AGRICULTORES POSIBLEMENTE PIERDEN TODA LA COSECHA DE UN AÑO
Fortea advierte de que “o las administraciones reducen la población de flamencos a unos niveles razonables que permitan compatibilizarla con la actividad arrocera o establecen una línea de compensaciones con una suficiente cuantía económica para cubrir los daños totales en el cultivo. La situación es muy preocupante y quedarse de brazos cruzados no es una opción si queremos seguir produciendo arroz, un cultivo que contribuye de manera decisiva al mantenimiento del parque natural”.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, concluye que “la sociedad está muy contenta de que haya miles y miles de flamencos rosas en nuestro territorio, pero ha de saber que eso tiene unas consecuencias en los campos de cultivo, que es donde van a comer. En aquellos arrozales que los flamencos invaden, los agricultores posiblemente pierden toda la cosecha de un año, lo que supone una auténtica ruina. Como dice el refrán, más vale prevenir que curar. Y ante la próxima campaña, las administraciones han de mostrarse conscientes y responsables, adelantarse al problema y preparar los planes que sean necesarios para garantizar todas las actividades que preservan este tesoro medioambiental que es la Albufera”.