Las declaraciones del Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, en las que rechaza aplicar las normas europeas de emisiones industriales a granjas con mas de 150 UGM, añadiendo que “no es lo mismo la ganadería intensiva que la extensiva y, evidentemente, la extensiva tiene efectos medioambientales tremendamente positivos», han provocado la reacción de la Fundación Savia, presidida por Francisco Casero, que plantea el coste y servicio medioambiental que realiza este subsector. y pide el reconocimiento y la diferenciación de la ganadería extensiva.

Savia ha remitido una misiva al Ministro poniendo sobre la mesa “la crítica situación económica que atraviesa en España” la ganadería extensiva y que preocupa enormemente a esta Fundación. La ganadería extensiva, además de la extraordinaria calidad de productos, ofrece innumerables bienes públicos para nuestro medio natural y su conservación, apunta el Presidente de la entidad.

Consideran que en España se está ignorando o ninguneando de forma sistémica “el valor económico que tiene la prestación de esos servicios climáticos y medioambientales a la sociedad, con lo que se está provocando que los ganaderos de extensivo se vean obligados a intentar hacer rentables sus explotaciones basándose fundamentalmente en la venta de los productos animales producidos”, en un mercado donde predominan los productos de ganaderías intensivas.

Esta Fundación ha solicitado en reiteradas ocasiones que las administraciones públicas el reconocimiento y la diferenciación de la ganadería extensiva y que «asuman que la ganadería extensiva, los Pastos y la Dehesa son necesarios para alcanzar los objetivos climáticos y medioambientales establecidos en el Acuerdo de París y del Pacto Verde Europeo, y que para ello es necesario que la PAC sea más justa con este subsector para salvarlo y que no termine desapareciendo».

En la carta, piden “diferenciar ya, y con urgencia, la ganadería intensiva o industrializada de la ganadería extensiva”, por ser dos formas de producción y manejo muy distintas, donde la primera busca la máxima producción al menor coste sin importar el precio medioambiental que pueda ocasionar, y la segunda tiene un manejo basado en el bienestar animal y la conservación de los recursos naturales.

Para finalizar, Francisco Casero afirma que “nuestro país ha desarrollado a lo largo de los siglos una ganadería extensiva que ha sido un modelo ejemplar para todo el mundo, consiguiente un modélico equilibrio territorial, cultural y medioambiental, y, pese a ello, a día de hoy, está abandonada y esperando a ser recuperada».

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