Los contratos indefinidos en forma de fijos discontinuos se han multiplicado en el campo en el último año como consecuencia de la reforma laboral, que da más garantías a los trabajadores agropecuarios, si bien presenta dificultades relacionadas con los llamamientos al trabajo o la falta de actividad.
Con la reforma laboral aprobada por el Gobierno a finales de 2021 se han reducido los tipos de contrato, de modo que el ordinario es el indefinido y los temporales se limitan a circunstancias de la producción (con una duración de hasta 6 meses prorrogables o 90 días, según los casos) o para realizar sustituciones.
Estos cambios han motivado la explosión de los contratos indefinidos en la agricultura, que han pasado de unos 100.000 en 2019 a 850.000 en 2022, un incremento del 737%, el mayor registrado entre sectores.
Por el contrario, en ese periodo el número de contratos temporales en el sector agrario ha disminuido en más de 1,6 millones, según datos oficiales.
ADAPTACIÓN EN EL CAMPO
«Esta reforma laboral no está hecha para el campo y sus peculiaridades en la contratación», explica a Efeagro el secretario de la organización agraria ASAJA, Juan José Álvarez, quien apunta que la nueva definición de los contratos temporales no se adapta a la actividad del campo, que es previsible pero no ocasional porque se hace todos los años, a lo largo de las campañas.
Álvarez critica que no se puede saber cuántas de las personas con contrato fijo discontinuo están realmente sin actividad, lo que «enmascara las cifras del paro».
El sector agrario cerró 2022 con 113.308 desempleados, una bajada anual del 22%, mientras que el Sistema Especial Agrario del Régimen General de la Seguridad Social registró en diciembre 707.922 inscritos, el 6% menos, según los datos de los correspondientes ministerios.
El responsable de Relaciones Laborales de COAG, Andrés Góngora, señala que la actividad de los contratados indefinidos depende mucho de las zonas agrícolas y de sus campañas de producción más o menos largas.
A su juicio, el sector se ha adaptado «perfectamente» a las nuevas reglas de contratación, teniendo en cuenta que el fijo discontinuo da unas «garantías jurídicas» que no tiene el temporal, aunque «encorseta demasiado la relación laboral», por lo que la norma debe «flexilizarse».
La vicesecretaria general de UPA, Montserrat Cortiñas, considera que el campo necesita trabajadores «fidelizados y formados», ya que cada vez es más necesaria la especialización, y se muestra a favor de que puedan repetir en las explotaciones con contratos indefinidos fijos discontinuos.
«No tenemos ningún problema en hacer un determinado contrato, pero contratamos cuando hay actividad. En el campo somos estacionales porque dependemos del clima de forma directa», argumenta Cortiñas.
VENTAJAS E INCONVENIENTES
Una de las principales dificultades que tiene la modalidad de fijo discontinuo se deriva, según las organizaciones agrarias, de la obligación de llamar a los trabajadores cada año por orden para que acudan a las explotaciones porque se trata de una población «flotante», en su mayoría extranjeros que están trabajando en otras zonas, de vuelta a sus países de origen o con ocupaciones familiares.
Muchas veces resulta difícil contactar con los empleados, que deben incorporarse a la actividad si no quieren perder su puesto, mientras que las empresas engrosan sus listas de fijos discontinuos y solo pueden darlos de baja si les pagan una indemnización.
El responsable del sector agrario en Comisiones Obreras de Industria, Vicente Jiménez, considera importante que los sindicatos negocien con la patronal cómo organizar mejor esos llamamientos al trabajo, facilitar alojamientos en buenas condiciones y mejorar los salarios en el campo.
Subraya que los contratos fijos discontinuos han servido para que haya menos eventualidad y precariedad en el sector, puesto que «los trabajadores tienen la seguridad de que el empleador les va a llamar» cada año, dándoles «cierta estabilidad».
El secretario del sector agroalimentario de UGT, Sebastián Serena, coincide en que esa modalidad de contratación «da más garantías» a los empleados y supone una «apuesta más segura por el sector», aunque le gustaría tener más datos sobre su duración y las actividades que más lo usan para analizar a fondo su impacto.
Serena resalta que el fijo discontinuo «no es un invento nuevo», pues lleva muchos años utilizándose en el sector agroalimentario, sobre todo en la industria, donde los trabajadores tienen derecho a una prestación social en sus periodos de inactividad tras haber cotizado un número de días, algo que «injustamente» no ocurre por lo general en la actividad agraria.
(Texto: Belén Delgado / Efeagro)