Según sus datos, en las últimas dos décadas la superficie dedicada a este cultivo en España se ha reducido en dos tercios, desde las más de 271.000 hectáreas existentes en 1990 a las 78.700 de 2011, de acuerdo con las cifras del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
A pesar de la mejora en las técnicas agrícolas para aumentar la productividad, no ha podido compensarse el descenso de superficie, entre cuyas causas sitúan desde el sector la progresiva pérdida de valor del producto y su uso como reclamo promocional en los puntos de venta.
Según ha destacado a Efeagro el director de la Federación Española de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex), José María Pozancos, existe "un amplio margen" para mejorar el conocimiento de la población sobre la calidad de la patata nueva.
Pozancos ha subrayado que la patata ha sido tradicionalmente "un componente básico" para garantizar la seguridad alimentaria en tiempos de escasez, por lo que el descenso del cultivo en España supone "un riesgo" y contrasta con la situación en otros grandes países europeos, donde "se cuida mucho" su producción.
Ha destacado, además, la situación del sector de patata dentro de la Política Agraria Común (PAC), que a su juicio tiene "poco de común" para este cultivo, ya que mientras en España está excluido de los pagos directos otros países europeos sí conceden ayudas desacopladas, lo que supone "un trato desigual entre productores y una distorsión de la competencia".
La caída del cultivo en España contrasta con el incremento de las importaciones, que desde 1990 se han duplicado, desde algo más de 300.000 kilos a unos 650.000 kilos en 2011, sobre todo de Francia. Todo ello, a pesar de la paradoja que supone que la climatología española permite producir patata nueva durante el año entero.
La organización del encuentro ha recordado la importancia social del cultivo de patata por el elevado número de puestos de trabajo que genera, y que la reducción del cultivo en España ha supuesto una pérdida de empleo de 33.000 puestos de trabajo fijos directos.
Pozancos ha coincidido en resaltar el componente laboral de esta producción, que representa unos 20.000 empleos. Como contrapunto a la situación en España, destaca la buena salud del consumo de patata en otros países de la Unión Europea -como Francia, Alemania o Bélgica-, donde continúa siendo un componente constante en la dieta diaria.
Según datos de la entidad europea Europatat, el consumo per cápita de patata fresca en España se situaba en 2009 en cerca de 70 kilos al año, frente a los más de 100 de Reino Unido o los 93,5 de Holanda.
Además de la labor promocional, para frenar la evolución negativa actual y garantizar el futuro del sector, el Congreso abordará la mejora de la vertebración entre todos los agentes del sector, así como la normativa de calidad y etiquetado para identificar los diferentes tipos de patata.