El Gobierno calcula que el precio de los alimentos bajará «de forma significativa» desde enero de 2023 mientras que achaca la inflación récord de los mismos (del 15,4% anual en octubre) a un problema de costes pero no de márgenes en la cadena alimentaria, de la que considera que está funcionando «de forma correcta, con transparencia y equilibrio».

Lo ha indicado este miércoles el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, antes de presidir los consejos consultivos y la conferencia sectorial con los consejeros de Agricultura y Pesca de las autonomías.

El ministro ha hecho ese vaticinio sobre la posible bajada de los precios de los alimentos una vez arranque el año, mientras que espera que lo que resta de 2022 -con la Navidad a las puertas- los precios «se estabilicen», en una rueda de prensa anterior al encuentro.

En todo caso, ha incidido en que el dato del IPC alimentario conocido el martes hay que encuadrarlo dentro de «un problema de costes» y no de «márgenes empresariales» por lo que la reformada Ley de la Cadena Alimentaria está «funcionando de forma correcta, con transparencia y equilibrio».

Ante este escenario inflacionista, ha hecho un llamamiento a la responsabilidad de «todos» los actores de la cadena alimentaria y especialmente a los que «tienen más peso» dentro de la misma para que «den el paso en el sentido de intentar limitar las subidas de los precios a los consumidores».

En su análisis, el ministro ha incidido en que este encarecimiento se debe a las consecuencias de la guerra en Ucrania por la subida de los precios de la energía y otros insumos como cereales y fertilizantes; y al efecto de la sequía y de las altas temperaturas en la reducción de las cosechas.

Son dos factores que están afectando a toda la UE y no sólo a España ya que, de hecho, hay países como Alemania o Portugal con una subida anual del precio de los alimentos superior a la de España y otros «significativos» como Italia, Grecia y Francia cercanos a los datos de la inflación en España.

En su intervención, ha detallado a qué se debe la inflación de los alimentos más encarecidos (azúcar, cítricos, grasas vegetales, carnes, lácteos y legumbres) que responde precisamente a la influencia, en mayor o menor medida, de la sequía o de las consecuencias de la guerra sobre los costes de producción.

Por otro lado, se ha referido a la desconvocatoria del paro de los transportistas un día después de iniciarse, lo que Planas considera una «buena noticia» porque «no era el momento», aunque «sea legítimo plantear cualquier reivindicación».

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