El sector agrario ilicitano celebra el próximo sábado día 1 la decimoctava edición de la Nit del Camp d’ Elx, en la que se hace entrega del Premio Agricultor del Año 2021, que entrega Jóvenes Agricultores ASAJA Elche. Después de casi tres años sin poder entregarse la distinción por la pandemia, en esta ocasión, el premio «Agricultor del Año 2021» ha recaído en Clara Guilló, una joven ilicitana cuyos principales méritos son su carácter emprendedor y su contribución al relevo generacional en la agricultura, precisamente uno de los mayores problemas al que se enfrenta actualmente el sector impulsado por la falta de interés de los jóvenes hacia el campo, la irrisoria rentabilidad de la actividad o el despoblamiento de zonas rurales.
Y no solo eso: Clara representa la evolución del cambio de rol en un sector tradicionalmente liderado por hombres, constituyéndose como líder y responsable de su propia explotación. «La agricultura es una actividad más de mujeres que de hombres, porque nosotras somos más perfeccionistas», opina.
Al jubilarse su padre, José Ramón Guilló (Premio Agricultor del Año 2009), Clara decidió dar un vuelco radical a su vida apostando por mantener la actividad que con tanto esfuerzo puso en marcha su familia hace 30 años cuando instaló los invernaderos, una explotación de 7.000 metros ubicada en Las Bayas (Elche) dedicada al tomate, que destaca por el uso del cultivo hidropónico o sin tierra.
Tras seis años al frente, la joven ha realizado algunos cambios; como optar por el tipo de tomate Raf, concretamente la variedad Dumas, y dejar atrás el liso, por ser «más atractivo para el consumidor y poder venderlo a un precio más competitivo».
SE DECLARA CONTRARIA A LAS DESALADORAS «ES COMO DARLE A LAS PLANTAS COCA-COLA EN VEZ DE AGUA»
Asimismo, ha introducido el uso de abejorros en cajas para la polinización y prevención de plagas. El abejorro se alimenta de polen y néctar, pero el tomate, a diferencia de otros cultivos, no tiene néctar que ofrecerle y por esta razón, las colmenas instaladas van provistas de un depósito con agua azucarada. «Un abejorro puede visitar de 6 a 10 flores por minuto», explica.
El cultivo hidropónico consiste en un sustrato -en este caso con fibra de coco- al que se suministra agua con los nutrientes incorporados y que puede ser regado continuamente siempre que el líquido sea drenado y no inunde el sustrato para aprovechar al máximo el agua. Las ventajas obtenidas por este método de cultivo son la rapidez en el crecimiento y maduración de la planta, pudiéndose acortar los ciclos en un 60% respecto a los de la misma planta en su entorno natural. «La planta va pidiendo agua cuando tiene sed y el propio sistema actúa como un ordenador que le inyecta el agua a modo de disparos».
Sobre la situación actual que atraviesan los agricultores por la crisis de precios, Guilló sostiene que «el abono, la parte fundamental de mi cultivo, ha aumentado en un 30% en apenas un año; es normal que muchos agricultores abandonen sus cultivos por falta de rentabilidad«. Aun así, reconoce que sus tomates son muy apreciados y que cada vez es más valorado el producto local de proximidad por su calidad y su frescura.
También ha querido poner en relieve el problema hídrico que afecta al sector: «Tengo dos balsas de agua que uso cuando no tengo agua, pero si no llueve, esta se agota». Este, ha confesado, es su mayor miedo. «Sin agua es imposible producir, y lo más importante que tenemos las personas es el sector primario, el de la producción de frutas, verduras y legumbres».
En este sentido, Guilló se declara contraria a las desaladoras «es como darle a las plantas Coca-Cola en vez de agua». Sobre el trasvase y sus recortes, opina que «como no nos llegue agua del trasvase nos obligarán a cambiar de oficio».
Clara Guilló quiere dedicar el premio a su abuelo, José Guilló Vicente: «todo lo sé se lo debo a él, es el mayor responsable de transmitirme este entusiasmo por la agricultura».