Amanda del Río  / Directora adjunta de Fundación Global Nature

El mapa de incendios de la Agencia europea Copernicus es devastador y refleja una realidad que ahora mismo toda España comenta, a veces desde la perplejidad y la tristeza, otras desde la oportunidad política. Y si miramos las estadísticas deberíamos preocuparnos ya que agosto es el mes en el que suceden más incendios Desde Fundación Global Nature buscamos soluciones para estos incendios, igual que para el resto de amenazas que ponen en peligro nuestros bosques en cualquier momento del año. Y para eso debemos analizar datos y proponer medidas; veamos, pues.

¡Atención, spoiler! La actual crisis que viven nuestros bosques es el resultado de un abandono tan secular como secular fue su uso, si bien, con la llegada de nuevos modos de vida el éxodo rural dejó huérfanos a nuestros montes.

Somos un país Mediterráneo y que el cambio climático afectaría a nuestros bosques ya se sabía, y eso fue lo que motivó hace años la puesta en marcha del LIFE ForestAdapt. Esta es una iniciativa que ayuda a afrontar desde el conocimiento científico técnico y a pie de campo, mano a mano con gestores públicos, privados y con la sociedad, una labor que no sucede en verano: la prevención y la extinción de incendios forestales, y la gestión de nuestros bosques como auténticos aliados en la lucha contra el cambio climático, nuestros escudos naturales. El abandono, en todas sus vertientes, es el verdadero causante de los incendios. Un abandono que puede ser por dejadez, por no saber cuidar o no saber aprovechar todo el valor del monte y, ante todo, por el desconocimiento de que hay más de dos millones y medio de hectáreas en sin dueños conocidos España (equivalente a la extensión de la Comunidad Valenciana) y sin posibilidad, por tanto, de realizar gestión alguna (y esa falta de gestión multiplica los riesgos de incendio).

Si vamos más allá de la punta del iceberg que pueden ser los incendios ahora en verano y entendemos la profundidad del problemas, podremos proponer soluciones soluciones.

Dentro del proyecto europeo LIFE ForestAdapt en el que se trata de poner el acento en las amenazas y las soluciones a nuestros bosques, también se ha creado una herramienta que nos permite tomar decisiones, y que ofrece soluciones que esperan llegar a oídos de todos: de quienes twittean desde el asombro, desde la pena o desde la política. Para ello, partimos de tres grandes premisas:

En primer lugar, aprender de nuestros errores es fundamental y la gobernanza es la clave. Motivar a los propietarios y movilizar a las empresas permite el retorno de unos usos fundamentales. Tal es el caso de la ganadería extensiva, actividad que no sólo crea paisajes y sirve para gestionar la biomasa, sino que crea empleo y alimentos de calidad para un mundo rural necesitado de alternativas rentables y atractivas. Fundación Global Nature cuenta con proyectos que ejemplifican cómo apoyar a los pastores que aún sobreviven y encontrar fórmulas para ese apoyo es uno de nuestros grandes objetivos estratégicos de aquí a 2030.

En segundo lugar, plantar no es la única opción, debemos prevenir la degradación de bosques que son mucho más que sumideros de CO2. Entender cómo gestionar esas masas arboladas maduras para que sobrevivan a los veranos cada año más caluroso permitirá que nos protejan y tenemos la herramienta de Adaptación Forestal ForestAdapt para luchar frente a esa vulnerabilidad y diagnosticar en cada caso.

En tercer lugar, poner en marchar las soluciones desde las políticas públicas y desde las privadas, haciendo que las estrategias de sostenibilidad (o ESG por sus siglas Environmental, Social & Gobernance) sean la forma de proteger esos sumideros. El mercado de carbono no es una solución única, tenemos la oportunidad de aplicar fondos públicos (ej. Next Generation) pero para eso necesitamos compromiso y seriedad políticas en los procesos de toma de decisiones. Y no sólo de los partidos que gobiernan en las diferentes regiones, también los CEO que gobiernan grandes empresas que operan en nuestro medio rural. No podemos seguir invirtiendo en energías renovables sin tener en cuenta el modelo social y territorial donde operamos; todas las grandes empresas, especialmente las que depende del capital natural, tienen esa gran oportunidad de vertebrar soluciones más allá de este verano. Es en invierno cuando debemos actuar.

Ojalá no seamos «el titanic» que sólo ve una punta de iceberg porque estamos más que a tiempo de evitar la devastación, el horizonte está lleno de oportunidades. Eso sí, hay que pasar a la acción.

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