La selección genética puede reducir las emisiones de metano del ganado vacuno lechero en un 20% en diez años, según la investigación desarrollada por NEIKER y la Universidad Politécnica de Madrid en el marco del proyecto Metalgen en el que también ha colaborado la Confederación Nacional de Frisona Española (CONAFE). Además, la alimentación también puede jugar un papel muy importante. Según se desprende del proyecto, las dietas que incluyen en su formulación de harina de lino rica en omega 3 lograron una reducción superior al 20% en las emisiones de metano de origen digestivo.
En el proyecto METALGEN se ha utilizado información genética -más de 4.500 parámetros- de 1.500 vacas de explotaciones comerciales. Asimismo, se han realizado ensayos nutricionales en los que se han evaluado el efecto de diferentes aditivos nutricionales sobre las emisiones de metano.
La mejora de la eficiencia alimentaria y la mitigación de emisiones de gases con efecto invernadero son unas de las nuevas y principales preocupaciones en el sector ganadero en la Unión Europea, por lo que la investigación en genética y nutrición es un factor clave para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, principales causantes del cambio climático y abordar con garantías el objetivo marcado por la UE para 2030.
Según el quinto informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) la generación de energía es responsable del 80,7% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la agricultura, a su vez, contribuyen con un 10,1%, los procesos industriales y el uso de productos con un 8,72% y la gestión de residuos con un 2,75%.
En este marco, el proyecto METALGEN surge para resolver dos problemas relacionados entre sí como son la eficiencia alimentaria y las emisiones de metano del vacuno lechero debidas a la fermentación entérica de los rumiantes, un proceso digestivo que es exclusivo de este tipo de animales. Se han establecido los primeros pasos para utilizar la selección genética con el objetivo de modular el microbioma ruminal.
El metano producido como resultado de la fermentación del alimento en uno de sus estómagos, el rumen, se considera el principal gas de efecto invernadero proveniente de los rumiantes. A su impacto en la huella de carbono hay que sumar el impacto económico, ya que esta producción de metano supone una pérdida de la energía bruta ingerida de entre 5-7% para los animales. La flora microbiana del rumiante tiene una gran influencia sobre la digestión del alimento y por tanto la producción de metano, y sus características están, a su vez, determinadas por la alimentación y la genética del animal.