COAG Castilla y León ha advertido de que el cierre apícola de Valencia, provocado por su polémica Ley de Ganadería, puede colapsar toda la producción mielera de esta región. Los apicultores valencianos ya se desplazan a las montañas de Soria, Burgos y León para producir miel de encina, roble o brezo, la más preciada. Si se elevara el número de profesionales que se desplazan a estas zonas “sería un desastre”, dice Santiago Canete, presidente de la cooperativa mielera Reina Quilama.
Producir miel de azahar en la Comunidad Valenciana va a estar penalizado con multas de 60.000 euros cuando se reforme la Ley de Ganadería que está a punto de modificar la Generalitat valenciana. Ello será así para evitar el fenómeno conocido como Pinyolá, la polinización cruzada entre cítricos que podría provocar que estos nazcan con pepitas, hecho que generaría una caída de su cotización en los mercados.
Sin embargo las 200.000 hectáreas de naranjos, mandarinos y limoneros que hay en Levante suponen la mayor concentración de plantas melíferas en toda España. La miel de azahar es un alto valor agropecuario que va a ser laminado. Dada esa riqueza vegetal, la comunidad valenciana cuenta con 2.517 explotaciones apícolas que ya no podrán producir en su tierra. De ese número, 2.395 explotaciones trashuman, o sea, se instalan allí donde mayor y mejor producción de miel pueden obtener.
“YA TENEMOS BASTANTES PROBLEMAS CON LOS ASENTAMIENTOS Y CON LA VARROA COMO PARA TENER QUE ENFRENTARNOS AHORA A OTRO PROBLEMA NUEVO”
Para la organización agraria castellenleonesa ante este cierre apícola, «tendrán por tanto que emigrar a otras comunidades autónomas. Pueden hacerlo a las regiones próximas a Valencia, donde se podría continuar produciendo miel de azahar pero en mucha menor medida. Pueden hacerlo a Castilla-La Mancha, donde se puede hacer miel de girasol. Y lo harán, de hecho ya lo están haciendo pero en menor medida, a Castilla y León. Cada año llegan decenas de apicultores valencianos pero la cifra, con el cierre de su región, se disparará. Lo hacen a las montañas de Soria, Burgos o León a producir miel de bosque. La más cotizada».
Como los asentamientos colmeneros funcionan bajo una reglamentación que los obliga a distanciarse entre ellos en torno a un kilómetro, los apicultores castellanos y leoneses temen que no va a haber sitio para todos. Y que la producción mielera de nuestra comunidad se puede resentir enormemente.
Santiago Canete, presidente de la cooperativa mielera salmantina, Reina Quilama teme que un desplazamiento significativo de producciones valencianas a Castilla y León suponga una merma drástica en la producción de los profesionales de nuestra región. “Ya tenemos bastantes problemas con los asentamientos y con la varroa como para tener que enfrentarnos ahora a otro problema nuevo”, dice Canete. “Y además se trataría de la miel más cotizada, la de encina, roble, brezo”, apostilla. “Sólo con un 10 por ciento de las explotaciones valencianas que se desplazara a nuestra comunidad podríamos caer productivamente un 50%”, sentencia el presidente de Reina Quilama.
Ante esta complicada situación por el cierre apícola, COAG insiste en la necesidad de una regulación del sector apícola para armonizar y racionalizar su crecimiento y evitar los enfrentamientos entre estantes y trashumantes para conseguir o mantener sus asentamientos apícolas cada año.
El prohibir a alguien poder desempeñar su trabajo es como mínimo discutible. También hay que reclamar que no se trate a los apicultores como algo secundario. La apicultura es algo cuando menos igual de esencial que la agricultura o el resto de ganadería, con el añadido de lo que aporta a los ecosistemas polinizando, etc.