Un 40 por ciento de los criadores de ganado ovino no podrán evitar las pérdidas que la crisis sanitaria por la pandemia de coronavirus ha provocado en todos los sectores de la economía, pero se ha podido frenar las pérdidas y serán algo menos que en el otro 60 por ciento gracias a la labor de regulación del mercado y del precio que realizan las cooperativas.

Este 40 por ciento, que pastorea unas 450.000 ovejas, son los ganaderos que en Aragón están integrados en cooperativas, sociedades que durante todo el estado de alarma se han encargado de recoger la producción, darle salida y evitar un desplome de los precios.

«Nunca damos grandes beneficios ni pérdidas», ha asegurado a Efeagro el presidente de Oviaragón-Grupo Pastores, Ángel Tarancón, quien cree que en esta crisis las cooperativas han «salvado» a los ganaderos al lograr frenar las pérdidas.

Es en lo que coincide la ganadera María José Velilla, consejera del Consejo Rector de Oviaragón y secretaria de AMCAE, la Asociación de Mujeres de Cooperativas Agroalimentarias de España, quien junto con su marido, Jesús Rosales, gestionan una explotación de más de mil cabezas de ganado ovino en Alfamén (Zaragoza).

«Al estar en la cooperativa no hemos tenido problema. Los corderos han salido», explica Velilla quien también incide en el esfuerzo de la asociación, que ha «peleado» por contener los precios, pero aún así han bajado, aunque según Ángel Tarancón menos que para los ganaderos independientes porque en el caso de Oviaragón no han pagado menos de 60 euros por animal, por lo que no han podido frenar las pérdidas.

La pandemia les ha provocado también «incertidumbre» por el futuro, por los precios y por la evolución del mercado

Tarancón recuerda que antes del inicio de la crisis se pagaban a una media de 76 euros, un precio «muy bueno», pero el estado de alarma para frenar la pandemia cerró los mercados internacionales y paralizó la hostelería en el momento de mayor producción de las explotaciones, a las puertas de la primavera.

En ese periodo la ganadera explica que tenía 400 corderos «para sacar» y advierte de que cuantos más días permanece el animal en la explotación una vez destetado más consume y por tanto más gasto para el empresario y menos ganancias.

En un sector en el que, señala María José Velilla, están acostumbrados «a estar siempre mal», se ha sumado ahora el miedo a contraer el coronavirus. «¿Qué haríamos con los animales? ¡Hay que arreglarlos todos los días!», exclama al recordar que ahora están en proceso de parición y pasan en la explotación muchos días desde las 7 de la mañana a las 10 de la noche y van tan «justos» que no pueden asumir el pago de un empleado.

La pandemia les ha provocado también «incertidumbre» por el futuro, por los precios y por la evolución del mercado, pero también para solventar gestiones relacionadas con la explotación como conseguir esquiladores para las ovejas, una labor que no se puede realizar cuando las ovejas están preñadas, ni cuando están amamantando ni en julio o agosto porque, como apunta Ángel Tarancón, se les quemaría la piel.

El esquileo, asegura el presidente de Oviaragón, «no es un capricho» porque supone un coste para el ganadero pero es necesario para el bienestar animal porque la lana les da calor, les genera estrés, baja la producción y se cubren peor pero también por cuestiones sanitarias para evitar enfermedades como la sarna o la tiña.

En España hay pocos profesionales por lo que las cuadrillas llegan de Polonia, Rumanía y Uruguay, país este último donde hay mucha tradición y cuentan con escuela de esquileo, pero que este año no han podido llegar antes por el cierre de las fronteras y en el caso de los uruguayos ha obligado a contratar un vuelo chárter. Y eso no ayuda a frenar las pérdidas aunque los 550.000 euros del coste lo sufragan entre siete empresas, ya va a suponer un 40% más de gasto que cuando viajan en vuelos regulares, además del retraso en el trabajo, que puede llegar a un mes.

Velilla ha sufrido un retraso de quince días y ha podido contar una cuadrilla «muy buena» de rumanos de la cooperativa que han esquilado a todos los animales «en un día», sin olvidar las precauciones de desinfección que tuvo que proporcionarles por el coronavirus.

las cooperativas disponen de un mercado «más continuo» en todas las grandes superficies y la demanda está «más controlada»

Otro de los puntos a favor de las cooperativas, como ha resaltado Tarancón, es que disponen de un mercado «más continuo» en todas las grandes superficies y la demanda está «más controlada» y ha permitido que Oviaragón haya comercializado «según lo previsto».

Lo afirma Enrique Fantova, veterinario de esta agrupación de ganaderos con 39 años de experiencia y que trabaja en hacer un producto «diferenciado», «única forma -dice- de competir en el mercado nacional e internacional» pero que además cuenta trabaja con el sello «Ternasco de Aragón», un producto con una trazabilidad «muy controlada» con revisión anual de los estándares en el manejo de la preparación, el tipo de alimentación, de lactancia y un nivel de engrasamiento «adecuado».

En este sentido resalta que mientras el consumo del cordero ha bajado, las ventas de «Ternasco de Aragón» han subido un 8 %.

En ello, el presidente de Oviaragón cree que ha influido la reciente campaña promocional del ternasco, tanto que ha contribuido a que en una semana se haya incrementado 1 euro el precio que se paga por el animal.

No obstante, Tarancón reclama más ayudas a la promoción, considera que las aprobadas por el Gobierno son «muy insuficientes» porque además de que se cobrarán con la PAC, en noviembre o diciembre, no van a llegar a 1.200 euros por ganadero.

También lamenta que a la autorización para la congelación solo se ha acogido una empresa porque no se han atendido las peticiones de congelar las piezas para hostelería y critica que de las ayudas a la reposición «no se sabe nada».

(Texto: M. Rosa Lorca / Efeagro)

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