En primera línea o en la retaguardia. Las mujeres también se han sumado a las protestas del campo, aunque no sean tantas como los hombres, no estén liderando las negociaciones y afronten otros muchos problemas Sin embargo, han dejado patente que estas movilizaciones también son en femenino y plural.
El pasado martes 18, un grupo de mujeres decidió ponerse al frente y protagonizar una sentada hasta cortar la autovía A-7 a su paso por la localidad almeriense de El Ejido.
Poco antes, los agricultores habían lanzado tomates y pepinos a los agentes, quemando cajas en la carretera, junto a un polígono agroindustrial.
«En aquel momento, nosotras nos plantamos y las fuerzas de seguridad nos respetaron. Ellos estaban esperando a cargar con pelotas de goma y el resto de agricultores se sentó cuando les dijimos que lo hicieran porque no somos violentos», afirma a Efeagro Francisca Iglesias, secretaria general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) de Almería.
Ella se reunió allí con apenas una treintena de mujeres y, aunque ese día consiguieron atraer la atención, reconoce que se ha sentido «siempre muy sola al frente de las movilizaciones».
DIFICULTADES PARA ALZAR LA VOZ
Otras ni siquiera han tenido la oportunidad de acudir a marchas y tractoradas. Jamaica Risco, que vive en Fuenlabrada de los Montes (Badajoz) fabricando miel, hubiera querido participar en alguna movilización, pero no ha podido ausentarse del trabajo.
«A mí me gustaría que se exigiese la trazabilidad de los productos y que todos jugasen con las mismas reglas», apunta.
Aparte de lo que pueda plantear cada sector, comparte la reivindicación de que en el campo se paguen precios dignos, nunca por debajo de los costes de producción, y cree que continuarán las protestas si la situación no cambia.
En España hay cerca de 800.000 personas ocupadas en agricultura, ganadería, silvicultura y pesca en España, de las que un 22% son mujeres (unas 175.400), según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.
Aunque la mayoría de quienes se están movilizando son hombres, la presidenta de la Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural (Amfar), Lola Merino, asegura que ellas también están participando, en función de su representación en el sector primario.
Admite, no obstante, que no todas pueden hacerlo cuando «hay una familia que atender y hasta el día de hoy la corresponsabilidad es la que es», añade refiriéndose a la carga extra que suponen la familia y el hogar para las mujeres y a lo poco compartida que está con la pareja.
Recuerda que las mujeres representan un 27 % de los titulares de las explotaciones agrarias, porcentaje que sube si se suman aquellas que se dedican a otras actividades vinculadas al sector primario.
«Sin jóvenes y mujeres no hay futuro para el mundo rural. Las explotaciones son la actividad económica básica en la inmensa mayoría de los pueblos de España. Tienen que ser rentables para poder vivir», remarca Merino.
LA ESTRUCTURA PATRIARCAL DEL RURAL
Las manifestaciones de las últimas semanas han sido convocadas, sobre todo, por las mayores organizaciones agrarias (Asaja, COAG y UPA), cuyos máximos dirigentes -todos hombres- han mantenido reuniones con el Gobierno central y los principales partidos políticos en busca de respuestas a sus demandas.
Inmaculada Idáñez, responsable del área de Mujer de COAG y presidenta de la Confederación de Mujeres del Mundo Rural (CERES), precisa que tradicionalmente los líderes han sido hombres, pero cada vez más mujeres se integran en las organizaciones.
Ahora, por ejemplo, no es raro que las asociaciones de campesinas y agricultoras se organicen en grupos de WhatsApp para ir a unas protestas cada vez más en femenino y plural.
Idáñez sostiene que están trabajando y formándose «no solo para participar activamente en las manifestaciones, sino también para formar parte de los órganos de decisión».
«La problemática del medio rural nos afecta a todos, pero se acentúa por el hecho de ser mujeres», indica, ante la persistente brecha de género y las mayores dificultades que tienen las agricultoras para compartir la titularidad de las explotaciones y acceder a ayudas y recursos financieros, entre otros problemas.
Mientras que muchas mujeres ocupan altos cargos en política, «no hemos roto la estructura patriarcal de las organizaciones agrarias y el liderazgo sigue en manos de los hombres», no por falta de «talento femenino», insiste Carmen Quintanilla, presidenta de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer).
El campo se mueve y también lo hace cada vez más en femenino y plural.
(Texto: Belén Delgado/Efeagro)