La Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía Feragua ha alertado sobre la grave situación hidrológica en Andalucía en general y en el Guadalquivir en particular, situación que evidencia la necesidad de acometer «con urgencia y sin más demora» los nuevos embalses que ya están previstos en la planificación hidrológico y que de momento son solo realidad en el papel: el recrecimiento del Agrio, en Sevilla; la Cerrada de la Puerta, en Jaén; San Calixto, en Córdoba; la duplicación de del Túnel de San silvestre y la culminación de la presa de Alcolea, en Huelva; y la culminación de la Presa de Gibralmedina, en Cádiz.
Todos estos embalses sufren una situación de parálisis o retraso que pone de manifiesto, para los regantes, que la planificación hidrológica es «papel mojado» en Andalucía, «al menos en cuanto a la ejecución de inversiones se refiere».
La cuenca del Guadalquivir está al 38%, mientras que los embalses de la regulación general, de los que se abastece al regadío, están al 28%
Por ello, desde la Asociación, exigen que se ejecute lo planificado y advierten del riesgo de no hacerlo en un contexto de cambio climático, en el que los periodos de sequía se van a hacer más prolongados, como se está viendo ya en el actual ciclo seco, e inversamente las lluvias van a ser más torrenciales y el riesgo de inundaciones va a crecer sustancialmente, «algo que reforzará la importancia de los embalses en su doble función de aumentar la garantía de agua para abastecimiento, regadío e industria y de prevenir y evitar las grandes riadas«.
A propósito de la situación hidrológica, Feragua ha recordado que la cuenca del Guadalquivir en su conjunto está al 38%, mientras que los embalses de la regulación general, de los que se abastece la mayoría del regadío, están al 28%, en situación de alerta.
Por su parte, los embalses de las cuencas litorales andaluzas solo están un poco mejor, al 48%, en todos los casos muy por debajo del año pasado. Todo ello, como resultado de un año hidrológico, el cerrado el pasado mes de octubre, en el que las lluvias, en el caso concreto del Guadalquivir, descendieron un 24%, pero las aportaciones a los embalses decrecieron hasta un 60%.
Feragua ha lamentado finalmente la falta de apuesta de las administraciones por estas inversiones en nuevas obras hidráulicas que aumenten la oferta de recursos. Una escasez de inversiones en reforzar la garantía de agua que contrasta con la permisividad que ha existido en relación con la implantación de nuevos regadíos, de modo que, si en toda la cuenca del Guadalquivir en los últimos 25 años el incremento del volumen de agua regulado ha sido apenas de un 27,61%, el crecimiento de la superficie de regadío ha sido del 60%.