Rosa Mª Arranz García / Presidenta de ISMUR Castilla y León
Cada año las mujeres rurales de todo el mundo tienen un día que las recuerda, pero todos los días del año, millones de mujeres siguen trabajando desde la invisibilidad, la carencia de derechos, desde el sobre esfuerzo y la incertidumbre del día a día.
ONU Mujeres, a través de la campaña “Generación Igualdad”, pretende acelerar las actuaciones en favor de la igualdad de género, para dar cumplimiento a la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, la agenda más visionaria aprobada a escala mundial a favor de los derechos y el empoderamiento de las mujeres. Imaginemos un mundo en el que todas las personas disfruten de los mismos derechos y oportunidades, en el que las mujeres y niñas no teman caminar hasta su casa por la noche, y en el que niños y hombres no se vean atrapados por las masculinidades opresivas que la sociedad les impone. En este mundo, mujeres y hombres recibirían el mismo salario por un trabajo de igual valor y compartirían las tareas de cuidados en el hogar.
Actualmente, el trabajo en la agricultura y la ganadería en los países desarrollados de todo el mundo lo llevan a cabo un 43% de mujeres. Se trata de un trabajo en muchas ocasiones dotado de una escasa protección, visibilidad, remuneración, así como una gran inseguridad personal en los ingresos y mala remuneración. A todo esto se añade la poca presencia en las políticas y decisiones que les afectan su vida diaria.
En el campo de nuestro país también las mujeres siguen estando infrarrepresentadas, con escasas posibilidades de ser acreedoras y dueñas de las decisiones que les afectan cada día en materia de precios en sus productos, de condiciones laborales y salariales, en seguridad alimentaria, en acceso a tierras, a puestos de responsabilidad en las organizaciones agrarias o en los consejos rectores de las cooperativas, etc. Y en algunos casos, no porque se les niegue directamente ese acceso, sino porque son tantos los obstáculos y trabajos que deberían ser compartidos y no lo son en su día a día, que muchas mujeres deben decidir entre esa visibilidad a costa de un grandísimo esfuerzo personal o la invisibilidad que les deja algún rato más para poder “vivir sin perecer”.
Las mujeres rurales garantizan la seguridad alimentaria de sus comunidades, generan resiliencia ante el clima y fortalecen las economías. Sin embargo, las desigualdades de género, tales como leyes y normas sociales discriminatorias, junto con un panorama económico, tecnológico y ambiental muy cambiante, limitan su pleno potencial, situándolas muy por detrás de las mujeres urbanas y los hombres.
Podemos aquí poner la vista en la nueva PAC, la reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC) prevista para 2020 y que parece no aportará cambios en materia de género. Seguirá ignorando a tantas y tantas mujeres rurales de Europa que siguen manteniendo vivo, aunque cada vez menos, nuestro medio rural, lleno de posibilidades pero también lleno de carencias.
La nueva PAC y sus promotores (hombres en su mayoría) siguen siendo muy miopes al no tener en cuenta una perspectiva de género global, integral y que de forma transversal y no en un recóndito hueco de la inclusión social y desarrollo económico, haga posible que las mujeres se sientan a gusto, empoderadas y con garantías de ser tenidas en cuenta como habitantes y creadoras de riqueza en un medio rural cada vez más vaciado, en el que ellas son imprescindibles si se quiere que haya una nueva generación de hombres y mujeres agricultores, agricultoras, ganaderas y ganaderos que sigan produciendo alimentos para toda la humanidad.
Como decía el comunicado de ONU Mujeres en este día del año pasado “Las soluciones a pequeña escala no son suficientes. Deben estar acompañadas por iniciativas de instituciones a gran escala que inviertan en un futuro diferente en el que las mujeres y las niñas participen y beneficien igualmente a hombres y a niños”.
Es por ello, que desde ISMUR pedimos al nuevo Gobierno que se forme próximamente, así como a los gobiernos de las diferentes Comunidades Autónomas, que se dote de un presupuesto real a los planes y mecanismos elaborados hasta ahora, de forma que se puedan ejecutar con verdaderas garantías de éxito.