COAG Andalucía ha constatado que la sequía asola media región y ha tenido consecuencias en algunos sectores productivos y que también afectará negativamente a otros, reduciendo sus previsiones de cosecha en especial en cereales y leñosos.

Así, ya se ha comprobado que la falta de lluvia ha tenido consecuencias en la cosecha de cereales, que se ha visto reducida entre un 25 y un 30%. También son ya palpables las consecuencias para los sectores ganaderos, ya que la sequía ha reducido de manera considerable los pastos aprovechables, obligando a los ganaderos a adelantar el suplemento de alimentación de los animales, con el consiguiente incremento de costes de producción. Los malos resultados en cereales también han provocado un aumento del precio de los forrajes y se espera que lo haga el de los piensos.

En el caso de la apicultura, íntimamente ligada a las floraciones, la sequía impide el desarrollo normal de las colonias, ocasionando pérdidas de cosecha,  incremento de la necesidad de reposición del censo y debilidad frente a enfermedades.

En algunas zonas de Andalucía se han perdido las floraciones de inicio de primavera y ha sido particularmente negativa la campaña de polen, que se ha adelantado más de quince días y ha resultado muy escasa y pobre en su variedad.

Daños representativos en todas las provincias andaluzas y en distintos cultivos

En Almería, la cosecha de almendra de secano ha sido nefasta, tanto por la escasez de lluvias (las de abril no fueron suficientes) como por la bajada de temperaturas sufrida en primavera y las rachas de viento que provocaron caída del fruto de los árboles.

Esta provincia sufre de manera recurrente la falta de disponibilidad de agua para riegos y consumo, acrecentada en los últimos meses por la falta de precipitaciones. Esta situación, sostenida en el tiempo, no sólo tiene consecuencias negativas sobre los cultivos y cosechas, sino que también produce un deterioro tanto en las estructuras de producción como en el manejo de las explotaciones agrarias.

En Sevilla, la falta de lluvias a la hora de sembrar ha provocado daños irreversibles en los cereales, para los que las precipitaciones llegaron  tarde, registrando pérdidas de cosecha de entre un 25 y un 30%. En girasol se retrasó mucho la siembra por esperar las lluvias y la nascencia ha sido muy dispar. Tanto en trigos, como cebadas y girasol la falta de rendimientos es evidente.

Las lluvias de abril fueron beneficiosas para olivar y pastos pero no suficientes. De hecho, en olivar se ha producido caída de frutos, que continuará debido al aumento de temperaturas. El regadío de hortícolas y cultivos industriales de la Vega del Guadalquivir se ve perjudicado igualmente, porque están agotando las dotaciones concedidas y corren el riesgo de no poder finalizar la campaña con normalidad.

En Málaga, los pastos son irrecuperables en muchas zonas donde no ha llovido nada en los últimos meses. En forrajes, hay especies como la alfalfa que ya no se encuentran. Los cultivos tropicales no se han visto afectados hasta ahora por la escasez de agua, porque están regando con las dotaciones de que disponen, pero se teme la bajada del nivel de los embalses de cara a la próxima campaña.

En Jaén, las lluvias de abril fueron beneficiosas y los pastos se encontraban en buen estado, pero la situación se está revirtiendo: las lluvias no fueron suficientes y los pastos son escasos, lo que tiene importantes consecuencias para los sectores ganaderos. En olivar se está observando caída de fruto, y corren peligro los riegos de apoyo que se dan a final del año hidrológico por falta de agua embalsada.

En Córdoba, los cultivos hortícolas en extensivo han sufrido la falta de agua del invierno, que comprometía la nascencia, por lo que los agricultores han decidido empezar a regar antes de lo normal. Esto además de suponer un coste extra, compromete el nivel de los embalses tanto para lo que queda de campaña como para la futura. En cereales se repite la situación descrita en la provincia de Sevilla y en olivar se repite la situación de Jaén.

En Cádiz la situación de los cereales es peor que en Sevilla, por la mayor incidencia del viento, que ha incrementado las pérdidas de producción hasta el 50% respecto a la campaña pasada. El viñedo presenta menos racimos porque la falta de lluvias ha afectado a la floración. Se espera hasta un 25% menos de cosecha con respecto al año pasado.

En la parte oriental de Granada, la comarca del Altiplano es la más afectada por la sequía, al contar con mayor superficie de secano. El almendro, el cereal y los pastos están muy afectados por la falta de lluvias de los últimos meses. Los agricultores de hortícolas en general  (tomate, lechuga, judía verde, calabacín…) y  tomate cherry en particular se han visto obligados a reducir la superficie de plantación por falta de agua. También se ven afectados por este motivo los olivareros, que cuentan con menor producción este año.  Los cultivos tropicales no corren tanto riesgo por la falta de lluvias, pero el incremento del riego, además de la baja canalización de la zona, puede provocar un descenso rápido del nivel de los embalses.

En Huelva, los frutos rojos sufren el brusco cambio de temperatura de los últimos meses, porque facilita la proliferación enfermedades fúngicas. En cuanto al riego, no está habiendo problemas. Para la ganadería, la situación es muy complicada, por la escasez de pastos y la consiguiente necesidad de suplementar la alimentación de los animales. Algunas explotaciones se ven incluso obligadas a abastecerse de agua, por la sequía de los pozos.

 

En abril, en el que llovió un 30% por encima de la media; mayo fue el más seco de la serie histórica

Hasta el mes actual, el año hidrometeorológico puede calificarse como muy seco desde el punto de vista de la pluviometría, sin que ya puedan esperarse cambios significativos hasta el mes de septiembre con el inicio de la nueva temporada de lluvias.

Destaca el mes de abril, en el que llovió un 30% por encima de la media de referencia en toda la región, lo que permitió aliviar en parte la sequía pluviométrica que se venía sufriendo y permitió que se aumentase la dotación de agua para cultivos de regadío (la Confederación del Guadalquivir decidió pasar de los 4.500m3/ha acordados inicialmente a 5.400m3/ha).

A esta situación le sucedió el mes de mayo más seco de la serie histórica. Las escasas precipitaciones llegaron, en el mejor de los casos, a los 10 litros por metro cuadrado y se registraron sobre todo en el tercio oriental y en áreas de Sierra Morena. En el resto de la región las precipitaciones fueron casi inexistentes.

Aún no contamos con los datos del mes de junio, pero podemos adelantar que el déficit pluviométrico ha continuado prácticamente igual que en el mes de mayo. Con estas condiciones de entrada al verano podemos prever que la situación empeorará en los próximos meses y que es posible encontrar problemas incluso en los regadíos, ya que debido a la imposibilidad de dejar los riegos encuentran sus dotaciones casi consumidas antes de que empiecen las temperaturas extremas y aumente la evaporación.