La Unión Europea (UE) avanza en el diseño del futuro presupuesto para la eurozona entre el temor a una desaceleración económica más profunda de lo previsto y a una salida sin acuerdo del Reino Unido que amenaza con agravarla. Una situación que tendría un efecto directo en los fondos de la PAC, que ya recogen un recorte importante de fondos como ha venido recordando el comisario Phli Hogan.
Actualmente, se debate en Bruselas los reglamentos, cuyo objetivo de la propuesta para la nueva PAC 2021-2027 es que sea aprobada en 2020 y que cada país tenga dos años de margen para aprobar sus planes estratégicos, de modo que entraría en vigor en 2022.
Sin embargo, la falta de acuerdo y los miedos a una ralentización económica por culpa del Brexit puede tener un impacto directo en las cuentas de la Política Agraria Común, en especial porque la propuesta La propuesta aprobada fija un 60% del dinero de cada país para que llegue de manera directa al agricultor. Un 20% para los que cumplen una serie de medidas medioambientales. Los pagos acoplados mantendrán el 10% y para los jóvenes se destinará un 2%.
España no concreta si está dispuesta a aportar más fondos a los presupuestos de la eurozona
Y para cumplir estos objetivos, los propios países deberán aportar fondos propios si hay recortes europeos o aportar más fondos a los presupuestos de la eurozona. A este respecto, la ministra de Economía, Nadia Calviño, dejaba claro esta semana que «nuestra decisión con respecto a realizar contribuciones adicionales dependerá de que este instrumento tenga un valor añadido, una capacidad de estabilización adicional a los presupuestos nacionales». Una posición que choca en gran medida por la avanzada por el ministro de Agricultura, Luis Planas a fiales del año pasado.
Por el momento, los ministros de Economía y Finanza del área de la moneda única, el Eurogrupo, reunidos en Bucarest, retomaron este viernes el debate sobre este instrumento después de que los líderes europeos acordasen en diciembre ponerlo en marcha con dos fines: mejorar la competitividad y reducir las diferencias económicas entre los países del euro.
La misión, que hace menos de un año parecía impensable, cobra relevancia en un momento de ralentización del crecimiento, con grandes economías del euro en recesión -Italia- o al borde de ella -Alemania- y tensiones comerciales globales.
A esto se suma el Brexit, que si ya pesaba sobre la economía por la mera incertidumbre de la negociación, ahora amenaza con materializarse de la peor forma posible, sin un acuerdo de salida, algo que según el Banco Central Europeo podría generar una mayor ralentización de la economía europea.