En lo que va de año, cada semana ha sido asesinada una mujer por su pareja o ex pareja sentimental. Un total de 44 mujeres han visto vulnerados sus derechos más fundamentales como son el derecho a la vida y a la dignidad humana. Unas cifras que deben hacernos reflexionar sobre qué estamos haciendo mal.
Además, cabe subrayar que casi la mitad de las mujeres asesinadas residían en el ámbito rural. Un entorno en el que es necesario reforzar el conocimiento de los derechos de las mujeres, los mecanismos de prevención ante los maltratos y la violencia, las herramientas disponibles para la atención a las víctimas y contribuir a una mayor y mejor concienciación.
La falta de recursos públicos para prevenir y actuar contra la violencia de género en las zonas rurales, la menor independencia económica de las mujeres, el miedo a perder los hijos, la casa, la familia, hacen que la violencia se viva de forma más callada y silenciosa.
En un día como hoy, quiero lanzar un mensaje de unidad a toda la sociedad para romper el miedo y el silencio de las mujeres ante el sufrimiento de agresiones, maltratos, insultos, abusos sexuales y asesinatos. Digamos basta ya, unamos recursos y concienciación para acabar de una vez por todas con esta discriminación que se cobra la vida de tantas mujeres, que deja huérfanos y familias rotas.
En marzo del 2017, AMFAR entró a formar parte del Pacto de Estado contra la Violencia de género, abogando por la unidad de toda la sociedad, de mujeres y hombres, de todas las instituciones públicas y privadas, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para acabar con esta sinrazón.
La defensa de los derechos humanos, de la igualdad, de la dignidad y del derecho a la vida no es cuestión de ideologías, sino de justicia y de compromiso conjunto.
Nuestro compromiso desde AMFAR, Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural, se centra en contribuir a una mayor y mejor concienciación en materia de prevención y en el conocimiento de cómo actuar ante la violencia de género en las zonas rurales, donde el silencio y las mentalidades más tradicionales pueden llegar a empeorar aún más, si cabe, el calvario que sufren las mujeres.
Apostemos para que las mujeres tengan a su alcance todas las herramientas necesarias para denunciar, así como un lugar donde sentirse protegidas o amparadas. Que la carencia de infraestructuras y recursos, la falta de independencia económica, no sean el obstáculo para salir de este tipo de situaciones.
Pongámosle freno a la violencia que se ejerce contra las mujeres en pleno siglo XXI, hagamos que el «basta ya» sea una realidad en una sociedad moderna, democrática y libre como es la sociedad española, no permitamos ningún asesinato más.